La coca se refiere a las hojas secas de varias
especies y variedades del género Erythroxylum,
familia Erythroxilaceae. Según algunos
botánicos el género Erythroxylum presenta características que lo relacionan
con la familia del mangle:
Rhizophoraceae.
Este género cuenta con más de 200 especies tropicales y
subtropicales en América, Australia, África y Asia, de las cuales 180 especies
son nativas del Neotrópico, es decir América Latina, desde México y Cuba, hasta Argentina y
Uruguay.
Son arbustos y/o árboles pequeños, perennifolios (siempre verdes),
que se usan localmente por su madera, propiedades tintóreas, aceites esenciales
y usos medicinales. En Sudamérica se cultivan dos especies.
En Bolivia existen al menos 21 especies arbóreas y arbustivas del género Erythroxylum, de las cuales solo una especie (dos
variedades) se cultiva.
La
hoja de coca para el acullicu, pijcheo o coqueo en Bolivia proviene de al menos
dos variedades de la misma especie: Erythroxilum
coca:
·
Coca boliviana o Coca Huánuco Erythroxylum coca, variedad coca: es
la variedad ancestral y la única que aun se encuentra silvestre en los Andes
Tropicales. Es la mayor fuente comercial de hojas de coca. Esta misma
variedad se cultiva en África tropical, Indonesia, Sri Lanka y Taiwán. Se
cultiva en ambientes tropicales húmedos de la vertiente oriental de los
Andes. La Erythroxylum coca variedad ipuda "Coca amazónica": se considera
un cultivo de la variedad coca,
adaptada a condiciones tropicales más cálidas y suelos muy ácidos ya en época
preincaica. Se la cultiva principalmente en el chapare. Es la fuente más
importante de cocaína en Bolivia.
·
Coca colombiana o Erythroxylum novogranatense con hojas más pequeñas que la "coca boliviana" y la Erythroxylum novogranatense variedad Trujillense ó Coca de Trujillo: es la variedad más resistente a sequía,
cultivada a baja altura, con riego en valles de la costa de Perú. Esta variedad
según los botánicos muestras caracteres morfológicos intermedios entre la
"coca boliviana" y la "coca colombiana.
Las dos especies de coca se
usan para masticar; acullicar o pijchear (Bolivia), Chajchar (Perú); Mambear
(Colombia) y coquear (Argentina), también
para medicina y tiene un profundo arraigo cultural y significado para los
pueblos que la consumen.
Ambas especies de coca son también la fuente
principal de cocaína, un alcaloide de los 14 que posee la hoja de coca. Se
obtiene en forma de sal a partir de un
proceso químico de extracción de alcaloides desde el siglo XIX. Es
vasoconstrictor, estimulante y analgésico.
Según los cronistas
españoles del siglo XVI como Cienza, Cobo, Garcilazo, y Fernandez entre otros,
nos cuentan como las distintas naciones y pueblos, anteriores a la invasión
europea, la cultivaban, la secaban, la masticaban y la usaban para medicina. En
Venezuela le llamaban hado, en Nicaragua yaat y
en los Andes kuka o coca. En
Bolivia, además de la región andina, la han conocido pueblos amazónicos como los chimanes y
mosetenes que le llaman sa`si, o cocaj, respectivamente. Los
Tacana-Quechua o Uchupiomonas de San José y Tumupasa del norte amazónico
paceño, la usa diariamente, como lo hacen otros indígenas de la Amazonía
peruana o ecuatoriana. En las huertas Tacana y Machineri en Pando la coca está
presente. Los afrobolivianos la han cultivado por siglos. Para los pueblos
guaraníes, cuyo uso ya se hizo tradicional recientemente, ha sido bienvenida, actualmente
muy usada y demandada. Su uso en Bolivia es generalizado.
La coca tiene una amplia
distribución en los trópicos americanos por lo que su uso no se habría
restringido a la zona andina o amazónica, como en la actualidad, sino también al
Caribe y Centroamérica, en el pasado.
Biogeográficamente y
culturalmente la zona andina no se restringe al altiplano o la puna, donde no
se puede cultivar coca, sino (además de
los valles secos interandinos) las estribaciones orientales de los andes
(yungas) donde se la cultiva desde hace miles de años. En Bolivia es la zona
tradicional por excelencia. La demanda de temperatura y precipitaciones, es
decir los requerimientos ecológicos, son
muy similares a los del café, de hecho el cultivo de coca no supera los 2000 msnm. En los yungas se amalgaman los
andes y la amazonia, sobre todo a medida que se desciende en altitud. A partir
de los 1000 msnm, donde la estructura composición y fisonomía de la vegetación
es cada vez más similar a las tierras bajas.
El cultivo de la hoja de
coca se da en climas húmedos; Yungas de los
departamentos de La Paz y Cochabamba, en las tierras bajas húmedas y lluviosas
como el Chapare y otras regiones. La coca se cultiva a secano.
En el primer caso, y debido a las fuertes
pendientes de las laderas orientales de los Andes, los cultivos se hacen en
terrazas, bancales o gradas (Wachus o Takanas) sostenidas por
"pircas" o muros de piedra, fragmentando el "bosque montano
húmedo". La altitud de esta formación está entre 1000-2000 msnm, con
lluvias de 2000 mm anuales y temperaturas medias anuales entre 18 ºC y
22ºC. Se cultiva la "coca boliviana" o "coca de Huánuco"
sobre suelos poco profundos y pedregosos.
En la llanura
amazónica de pie de monte se cultiva la "coca amazónica" o
"ipadu" en el bosque submontano entre 500-800 msnm de altitud y el bosque
húmedo de llanura entre 180-400 msnm de las tierras bajas húmedas. En el
primero los suelos son profundos y fértiles, mientras que en el segundo son
suelos aluviales, muy ácidos y con drenaje deficiente por escasa pendiente.
Aquí las precipitaciones anuales superan los 5000 mm, lo que origina suelos de
baja fertilidad, con temperaturas medias anuales de 25ºC.
La diferencia entre la hoja
de coca y la cocaína básicamente es que la hoja de coca no provoca en el consumidor
síndrome de abstinencia, ni tolerancia, como lo hace la cocaína, base de la
dependencia física y psicológica. Además de contener calcio, vitaminas y minerales, carbohidratos y proteínas, existen al menos 14 alcaloides en la hoja de
coca que trabajan sinérgicamente en el cuerpo humano para darnos todas las
bondades que conocemos. Posiblemente posea compuestos poco saludables como tienen
muchos otros alimentos y cultivos.
Deberíamos reconocer lo
importante que es para los Bolivan@s y latinoamericanos la hoja de coca, más
allá de las reivindicaciones socioculturales, dignificación y luchas de los
cocaleros, más allá del narcotráfico, más allá de la ignorancia y la
alienación.
El uso de la coca se ha
difundido por todo el territorio nacional y el masticado ha formado parte de todas las clases sociales
urbanas y rurales (en mayor o menor medida); indígenas, mestizas y criollas, actualmente sobre todo en
el oriente boliviano y Tarija, paradójicamente donde los discursos radicales de
las élites atávicas locales la incluían entre los elementos de colonización
interna “andina” en “sus” territorios. Lo curioso es que en las
reivindicaciones y poleras con mapas de “este es mi país” se olvidan de los
pueblos amazónicos como Tacanas, Chimanes, Mosetenes, etc. que conocen y usan la hoja de coca, se olvidan de Samaipata y Vallegrande, con fuerte influencia
andina, al igual que las ruinas de “Las
Piedras” en Pando, olvidan la ofrenda de la hierra con coca para la pachamama y
del significado de la virgen de Chaguaya en Tarija, también olvidan que en el
norte argentino mascan coca, y todo lo mencionado anteriormente, mucho antes que la élite mediocre junto a sus acólitos
del sur y oriente del país se hayan negado a sí mism@s.
En la actualidad existe un
alto consumo de hoja de coca en Santa Cruz de la Sierra que llega a un tercio
del total de la demanda, también la demanda es alta en el sur del país; Tarija
y el Chaco.
Lamentablemente los cultivos
avanzan mas allá de la zona tradicional, aumentando la frontera agrícola hacia suelos poco aptos,
deforestando miles de hectáreas de bosques cuya única vocación es la
conservación, debido a la extraordinaria biodiversidad que cobijan y cuyas
bondades casi desconocemos y/o olvidamos.
Hoy vemos extensas áreas
desertificadas en los yungas, la desaparición
casi completa del bosque alto y maduro del Chapare o el Choré. Debido a la
demanda de cocaína en los países “desarrollados”, los cultivos de coca han
aumentado y por lo tanto han impactado los ecosistemas donde se cultivan. Ya no
se siembra alimento, que no sean los monocultivos de coca y/o soya.
No se fomentan sistemas
agroforestales que son la única vocación productiva del país.
La demanda de cocaína y hoja
de coca repercute en nuestros suelos y bosques, ya que dan como resultado
cultivos ilícitos y desordenados de coca.
Las áreas protegidas están
corriendo el mismo riesgo. Aunque el vicepresidente Álvaro García Linera diga
que nos somos guarparques de los gringos.
El gobierno pretende construir carreteras (sin
consulta a los pueblos indígenas y contradiciendo el discurso “pachamamista”
que enarbola por el mundo) en Áreas Protegidas y territorios indígenas de
altísima biodiversidad donde los cultivos ilícitos de coca, narcotráfico, madereros y otros, rondan y merodean, como es el caso del TIPNIS
Isiboro-Sécure en el Chapare. Una invitación a la destrucción de la pachamama.
Lo irónico es que nosotros no decidimos sobre esa carretera, pagamos más de la
mitad, le servirá más a Brasil y su geopolítica, pero sobre todo a Lula y Evo,
no les importa lo que este último hable sobre la madre tierra y los pueblo
indígenas.
El
ministerio de medioambiente y agua, el correspondiente viceministro de
biodiversidad, deberían ser las carteras más importantes del gobierno actual.
El narcotráfico es uno de
los principales negocios del mundo,
aporta a la economía nacional como lo mencionó el vicepresidente. La
lucha contra el narcotráfico y el uso ilícito de drogas ha fracasado en el
mundo y esto ha sucedido debido a la doble moral e hipocresía que la
constituyen. Socialmente podemos ver como repercute esta perversa prohibición
destruyendo familias y ecosistemas,
mientras hace multimillonarios a poquísima gente. La gente más rica por
narcotráfico no son bolivianos. Económicamente Bolivia pierde plata por la
lucha contra el narcotráfico. La solución ya ha sido probada en otras
latitudes, al desaparecer la prohibición acabo el narcotráfico y con el tiempo
disminuyó la adicción. Sin duda la educación no debe estar enfocada en la
prohibición, sino en el estudio y la comprensión de la naturaleza de las cosas
y las circunstancias. Ser subjetivamente responsables y honestos nos ayudaría. Somos
adictos a un montón de drogas, como muchas medicinas, que hacen ricos a las farmacéuticas. Somos
adictos a la televisión y los medios de comunicación. Somos adictos a las
personas. Todo aquello con buenas y malas consecuencias.
El show del narcotráfico se
basa en la prohibición, como estrategia de marketing y sostenibilidad del
negocio, algo como sucedió en las primeras décadas del siglo XX con el tráfico
de alcohol en EEUU. No porque se demande vino o alcohol y se lo prohíba, habrá menos cultivos de uva o caña, pero si
mas ganancias para los que la prohibían y la traficaban. No porque se siembre
mas olivo habrá más demanda de aceite de oliva por parte de los esquimales. Es decir ¿más sembramos coca
para uso no tradicional, habrá más cocaína y por lo tanto más adictos? El
capitalismo de lo prohibido no funciona así. Mas demanda de cocaína más cultivos
de coca, así funciona.
Por lo tanto el narcotráfico
es el resultado de la prohibición de una droga que se mueve y regula por la
oferta y la demanda, prohibir dentro el libre mercado. El alcohol y el tabaco
son drogas más peligrosas que el café, la marihuana y la hoja de coca, pero son
lícitas. Por lo tanto el narcotráfico no es responsabilidad única de Bolivia. El
marco legal que involucre la lucha contra el narcotráfico y cultivo de coca en
Bolivia debe ser soberano y en pro de la bolivianidad.
No hay control para el consumo tradicional, no existe
administración ni manejo de esta especie tan importante. No existe ni aplica algún plan de manejo de la hoja de coca.
No hay las intenciones de
hacer gestión ambiental por parte del estado para tener cultivos de coca, u
otros, de acuerdo a nuestras
aspiraciones dentro este proceso de cambio, plasmadas en la nueva constitución
política del estado y el “vivir bien”.
Se sabe que durante el
incario hubo regulación en el cultivo y consumo de hoja de coca.
Las autoridades y políticos
no han hecho mucho para dignificar a la hoja de coca y ponerla en el sitial que
merece. Fue usada mas como bandera
política y no tanto como una bandera cultural que se merece, por lo tanto no ha sido contextualizada para el “vivir bien”, es
decir: cultivos que respeten el tipo de suelo y los bosques, de acuerdo algún plan
del uso del suelo/tierra/territorio u otra forma de ordenamiento territorial,
el rescate de cultivos en terrazas u otras técnicas tradicionales, desechando
el uso de agroquímicos.
Quizás solo deberíamos
cumplir nuestras leyes. Sin duda es una deuda por cumplir con Bolivia y con la
hoja de coca.
¿Cuán “orgánica” y
sustentable es la coca que acullicamos?
Ahora Estados Unidos, uno de
los mayores consumidores y demandantes de cocaína del mundo quieren prohibir el
masticado de coca, una herencia de nuestro pasado. Lo bueno es que más países apoyan la despenalización del masticado de coca y
aíslan a EE.UU. El 2009 el Estado Plurinacional de Bolivia
propuso modificar el artículo 49 de la Convención Única sobre Estupefacientes
de 1961 que prohíbe el masticado de coca, una
tradición americana de miles de años de antigüedad.
Esta situación puede ser un
motivo para empezar a cambiar la manera de ver la realidad hoja de coca-cocaína.
Dignificar verdaderamente la
hoja de coca sería sacarla del capitalismo salvaje en la que la hemos metido
nosotros desde la colonia hasta hoy(no solos los adictos a la cocaína y los
narco-empresarios), nuestra demanda interna de hoja de coca ha aumentado
convirtiéndola en monocultivo desordenado, sin planificación y manejo,
destructora de suelos con vocación forestal, que podrían cultivarse para
nuestra “soberanía” alimentaria, no como es la soya que va mas por la “seguridad”
alimentaria, ambas consumidoras de
plaguicidas.
Los bosques con montaña son sagrados por ser
fuentes de agua y biodiversidad, sobre todo en nuestras latitudes tropicales,
por eso, nuestros ancestros, conociendo la fragilidad de estos ecosistemas,
supieron donde, como y cuanto sembrar. ¿Hacemos algo parecido, contextualizando nuestra realidad social,
económica, cultural y ambiental actual?
La ganancia económica de los
cocaleros no es sustentable con su
entorno.
Nuestros antepasados
nos demostraron que los cultivos de coca se habían mantenido en un relativo
equilibrio con su delicado entorno hasta que la demanda de hoja de coca para
mascar y cocaína se incrementaron. Es
decir un cambio en las relaciones e intercambios entre humanos-naturaleza. Aquello
sin duda se alcanzaría cambiando y alterando las condiciones de uso de suelo y
el aumento de pesticidas.
Es en este llamado “proceso
de cambio” que debemos resolver este problema.
No vamos discutir el valor espiritual, nutricional, medicinal ni
vigorizante de la hoja de coca y la relación con la pachamama que esta planta
nos brinda, lo sabemos más que nadie los
que la consumimos, es algo que debería
conmovernos y movernos para demandar una hoja de coca diferente, aquella que
sea digna y consecuente con lo que planteamos como país al mundo entero, el
vivir bien y el eje transversal de todo ese proceso; la pachamama y los pueblos
que tiene anclados sus raíces en el suelo como esta planta, los cuales son descendientes de nuestros
abuel@s comunes de todos los bolivian@s. Pongamos nuestro grano de arena como
país, regulando y manejando al menos los cultivos para el consumo tradicional.
Aunque la industrialicemos, bajo las
actuales condiciones de manejo y cultivo de esta especie, no se contribuiría
significativamente al alcance de la soberanía alimentaria. No podemos ocultar,
y olvidar, también por rescate y reivindicación cultural, la variedad de cultivos que pueden acompañar
a la coca en los yungas y el chapare,
que nuestros antepasados han logrado domesticar gracias a los conocimientos
en agro-ecología; manejo de los suelos,
dado el gradiente altitudinal y variedad
climática de los andes tropicales. Muchos cultivos de la agro-diversidad andina
se deben precisamente a esa gradiente altitudinal que da como resultado una
diversidad ecológica enorme con un potencial increíble de pisos ecológicos para
cultivo de plantas, ósea: soberanía alimentaria.
No hagamos de la hoja de coca una
contradicción en sí misma, sobre todo si se la relaciona con la pachamama o la
madre tierra. Guardamos la coca para acullicar en bolsas verdes de plástico,
cada vez una nueva por cada compra.
La falta de investigación
para poder satisfacer la demanda de hoja de coca para mascar sin dañar suelos,
bosques o fuentes de agua y pérdida de biodiversidad es urgente, para que la
coca no sea, además otra contradicción política más del actual gobierno.
Bienvenidas otras especies potenciales
y gracias a Martin Cardenas que pudo rescatar mucha información de la
diversidad de plantas nativas de Bolivia.
En aquellas ecoregiones donde se
cultiva hoja de coca deberían darse sistemas agroforestales y no monocultivos.
Los cultivos tradicionales deberían realizarse mediante gestión ambiental y
planificación, pasando por el rescate cultural, es decir revalorizar, rescatar
y mejorar la tecnología con la que se cultivaba en el pasado, tomando en cuenta
la demanda actual. La hoja de coca se ha
convertido en un monocultivo, nada aconsejable en los trópicos. Es decir se
pone en peligro otros usos del suelo como el forestal, el aprovisionamiento de
fuentes de agua, pérdida de biodiversidad y agrodiversidad. Este cultivo
sagrado y milenario se ha convertido tan perjudicial como los cultivos de soya.
Por lo tanto es responsabilidad de los
bolivianos y del estado, pero sobre todo del gobierno actual que tanto menciona
su nombre, dignificarla a nivel mundial, defendiendo no solo el acullico, sino también a nivel
nacional para l@s bolivian@s; una coca sana y en armonía con la pachamama,
sobretodo hermana de otros cultivos tradicionales.
madalbo@gmail.com