lunes, 19 de noviembre de 2012

Entre Monsanto y el buen vivir: el futuro alimenticio de América Latina

¿Monocultivo transgénico o cultivo biológico? Durante dos días, expertos alemanes y latinos se reunieron en la Universidad de Colonia para discutir sobre el futuro alimenticio del nuevo continente. DW acompañó el debate.
El proyecto de cultivo en conturas en Argentina es único en su forma en el mundo
El proyecto de cultivo en conturas en Argentina es único en su forma en el mundo
“Hoy en día, tenemos alimentos en exceso, producimos tanto que cada persona podría consumir 4.000 calorías al día. No tenemos que producir más, sino combatir la pobreza y cambiar nuestra conducta alimentaria. A nivel mundial, el 40 por ciento de los alimentos no se consume, la mitad se desecha, sobre todo entre los jóvenes”, advirtió Bernward Geier, experto en políticas agrarias y ambientales, durante su ponencia de apertura de la conferencia “América Latina en el enfoque” (17.-18.11.2012).
Bernward Geier
Bernward Geier
Por noveno año consecutivo, ésta se lleva a cabo en la Universidad de Colonia, bajo la producción de estudiantes de la carrera de estudios latinoamericanos. Según Bernward Geier, quien durante 18 años fue director de la Federación Internacional de Movimientos Agrarios Biológicos (IFOAM), la tecnología genética es una de las grandes mentiras de nuestros tiempos: “pese al pretexto de querer acabar con el hambre, no hay un solo cultivo que cumpla la meta de incrementar la productividad”.
“América Latina, epicentro de la tecnología genética”
Por un lado, el epicentro de la tecnología genética -un 60 a 70 por ciento de la superficie de cultivo- se encuentra en América Latina, sobre todo en Brasil, Argentina y Paraguay. Por otro lado, el continente latino también “es la cuna del comercio justo”, asegura Geier. Hace tres décadas, México vio nacer la primera cooperativa de campesinos y pequeños productores.
La cooperativa boliviana de cacao El Ceibo, que fabricó el primer chocolate biológico para el mercado alemán, es otro ejemplo de producción biológica exitosa. Actualmente, cuenta con más de 5.000 miembros y entre el 20 al 30 por ciento de sus productos están destinados al consumo interior, siendo menos vulnerables a los altibajos de los mercados de exportación.
Cultivos al estilo Van Gogh
Como un cuadro de Van Gogh, se explaya ante la vista del expectador el paisaje de los cultivos en contorno de “Laguna Blanca” en la Patagonia argentina. Este proyecto de cultivo biológico es único en su tipo en el mundo; y no solo por su belleza. La diversificación del cultivo y su estructura previenen la erosión de la tierra, además, el 40 por ciento de la superficie es reserva ecológica. Según Geier, esta gran empresa demuestra que el cultivo biológico no se define por el tamaño, “lo que importa es cómo se trabaja la superficie”.
El futuro alimenticio está en nuestras manos
El futuro alimenticio está en nuestras manos
Otro ejemplo de agricultura biológica en Argentina son las cerca de 7 a 9 millones de hectáreas de boalaje de ganadería extensiva, convirtiendo a ese país latino en el quinto productor más grande de carne a nivel mundial y en el primero en cuanto a extensión de la superficie de cultivo biológico, afirmó Jürgen Pohlan. El agrónomo también hizo hincapié en el potencial del país para cultivar nuevas plantas útiles en el futuro, sobre todo frente al cambio climático, ya que posee 30 por ciento de las reservas de agua dulce del mundo.
Otro enfoque de la conferencia se centró en el abastecimiento de agua en América Latina. La ingeniera civil Ana Cangahuala, de la Universidad Técnica de Darmstadt, destacó la importancia de una gestión eficiente del agua. En el continente latinoamericano, la pérdida de agua es en promedio de un 42 por ciento. En comparación, en Alemania, es de un 6,8 por ciento. Por ello, insistió la experta, el reto no solo consiste en invertir en energías renovables para proteger el medio ambiente, sino en evitar la extrema pérdida de agua con el fin de ahorrar más energía.
El buen vivir: ¿un modelo de exportación?
Las constituciones de Bolivia y Ecuador declaran el derecho al “buen vivir”. Entre otros aspectos, este concepto postula una convivencia de respeto con la naturaleza. En cuanto a la soberanía alimenticia, el gobierno de Bolivia, por ejemplo, permite el cultivo de soya transgénica, pero prohíbe el uso de tecnología genética en plantas locales. El experto Thomas Fatheuer señaló otra contradicción: los proyectos sociales relacionados al buen vivir son financiados con recursos provenientes de la extracción de recursos naturales.
Thomas Fatheuer
Thomas Fatheuer
¿Se trata de un posible modelo de exportación para el mundo? En entrevista con DW, Fatheuer opinó que la implementación del buen vivir en otros países de América Latina o del mundo no depende tanto del modelo económico prevaleciente. Más bien, la cosmovisión y las tradiciones indígenas andinas, factores importantes del concepto, dificultan su aplicación en otras regiones.
No obstante, el experto en asuntos del buen vivir por parte de la Fundación alemana Heinrich-Böll, próxima al Partido Los Verdes, dijo estar sorprendido por el fuerte interés del público alemán sobre el tema. Un principio importante del concepto, que se presta para discusiones e implementaciones a nivel internacional, es el respeto y fomento de la diversidad: “el buen vivir hay que pensarlo en plural”.
Autora: Violeta Campos
Editor: Enrique López Magallón
http://www.dw.com/es/entre-monsanto-y-el-buen-vivir-el-futuro-alimenticio-de-am%C3%A9rica-latina/a-16388642

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