domingo, 31 de enero de 2016

Comemos petróleo, aunque no lo parezca





Por: Esther Vivas. Comemos petróleo, aunque no lo parezca. El actual modelo de producción, distribución y consumo de alimentos es adicto al “oro negro”. Sin petróleo, no podríamos comer como lo hacemos. Sin embargo, ante un escenario donde cada vez va a ser más difícil extraer petróleo y éste resultará más caro, ¿cómo vamos a alimentarnos?.
La agricultura industrial nos ha hecho dependientes del petróleo. Desde el cultivo, la recolección, la comercialización y hasta el consumo, necesitamos de él. La revolución verde, las políticas que nos dijeron modernizarían la agricultura y acabarían con el hambre, y que se implementaron entre los años 40 y 70, nos convirtieron en “yonquis” de este combustible fósil, en parte gracias a su precio relativamente barato. La maquinización de los sistemas agrícolas y el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas químicos  contaminantes son el mejor ejemplo. Estas políticas significaron la privatización de la agricultura, dejándonos, a campesinos y consumidores, en manos de un puñado de empresas del agronegocio.
A pesar de que la revolución verde insistió en que aumentaría la producción de comida y, en consecuencia, acabaría con el hambre, la realidad no resultó ser así. Por un lado, sí que la producción por hectárea creció. Según datos de la FAO, entre los años 70 y 90, el total de alimentos per cápita a nivel mundial subió un 11%. Sin embargo, esto no repercutió, como señala Jorge Riechmann en su obra ‘Cuidar la (T)tierra’, en una disminución real del hambre, ya que el número de personas hambrientas en el planeta, en ese mismo período y sin contar a China cuya política agrícola se regía por otros parámetros, ascendió, también, en un 11%, pasando de los 536 millones a los 597.
En cambio, la revolución verde tuvo consecuencias muy negativas para pequeños y medianos campesinos y para la seguridad alimentaria a largo plazo. En concreto, aumentó el poder de las empresas agroindustriales en toda la cadena productiva, provocó la pérdida del 90% de la agro y la biodiversidad, redujo masivamente el nivel freático, aumentó la salinización y la erosión del suelo, desplazó a millones de agricultores del campo a las ciudades miseria, desmantelando los sistemas agrícolas tradicionales, y nos convirtió en dependientes del petróleo.
Una agricultura ‘yonqui’.
La introducción de maquinaria agrícola a gran escala fue uno de los primeros pasos. En Estados Unidos, por ejemplo, en 1850, como recoge el informe Food, Energy and Society, la tracción animal era la principal fuente de energía en el campo, representaba un 53% del total, seguida de la fuerza humana, con un 13%. Cien años más tarde, en 1950, ambas sumaban tan solo el 1%, ante la introducción de máquinas de combustible fósil. La dependencia de la maquinaria agrícola (tractores, cosechadoras, camiones…), más necesaria si cabe en grandes plantaciones y monocultivos, es enorme. Desde la producción, la agricultura está “enganchada” al petróleo.
El sistema agrícola actual con el cultivo de alimentos en grandes invernaderos independientemente de su temporalidad y el clima muestra, asimismo, su necesidad de derivados del petróleo y el elevado consumo energético que además trae como consecuencia el cambio climatico, producto del calentamiento global. Desde mangueras pasando por contenedores, acolchados, mallas hasta techos y cubiertas, todo es plástico.  Y, ¿qué hacer con tanto plástico una vez finaliza su vida útil?.
El uso intensivo de fertilizantes y pesticidas químicos son una muestra más de la adicción del modelo alimentario al petróleo. La comercialización de fertilizantes y pesticidas ha aumentado un 18% y un 160%, respectivamente, entre los años 1980 y 1998, según el informe Eating oil: food suply in a changing climate. El sistema agrícola dominante necesita altas dosis de fertilizantes elaborados con petróleo y gas natural, como amoniaco, urea, etc., que sustituyen los nutrientes del suelo. Multinacionales petroleras, como Repsol, Exxon Mobile, Shell, Petrobras cuentan en su cartera con inversiones en producción y comercialización de fertilizantes agrícolas.
Los pesticidas químicos de síntesis son otra fuente importante de dependencia de este combustible fósil. La revolución verde, como analizábamos, generalizó el uso de plaguicidas y, en consecuencia, la necesidad de petróleo para elaborarlos. Y todo esto, sin mencionar el impacto medioambiental del uso de dichos agrotóxicos, contaminación y agotamiento de tierras y aguas, y en la salud de campesinos y consumidores.
Alimentos viajeros
La necesidad de petróleo la observamos, también, en los largos viajes que realizan los alimentos desde donde son cultivados hasta el lugar en que se consumen. Se calcula que la comida viaja de media unos 5 mil kilómetros del campo al plato, según un informe de Amigos de la Tierra, con el consiguiente menester de hidrocarburos e impacto medioambiental. Estos “alimentos viajeros”, según dicho informe, generan casi 5 millones de toneladas de CO2 al año, contribuyendo a la agudización del cambio climático.
La globalización alimentaria en su carrera para obtener el máximo beneficio, deslocaliza la producción de alimentos, como ha hecho con tantos otros ámbitos de la economía productiva. Produce a gran escala en los países del Sur, aprovechándose de unas condiciones laborales precarias y una legislación medioambiental inexistente, y vendiendo, posteriormente, su mercancía en el norte a un precio competitivo. O produce en el Norte, gracias a subvenciones agrarias en manos de grandes empresas, para después comercializar dicha mercancía subvencionada en la otra punta del planeta, vendiendo por debajo del precio de coste y haciendo la competencia desleal a la producción autóctona. Aquí reside el porqué de los alimentos kilométricos: máximo beneficio para unos pocos; máxima precariedad, pobreza y contaminación ambiental para la mayoría.
Una comida típica dominical en Gran Bretaña con patatas de Italia, zanahorias de Sudáfrica, judías de Tailandia, ternera de Australia, brócoli de Guatemala y con fresas de California y arándanos de Nueva Zelanda de postres genera, según el informe Eating oil: food suply in a changing climate, 650 veces más de gases de efecto invernadero, debido al transporte, que si dicha comida hubiese sido cultivada y comprada localmente. La cifra total de kilómetros que el conjunto de estos “alimentos viajeros” suman del campo a la mesa es de 81 mil, el equivalente a dos vueltas enteras al planeta tierra. Algo irracional, si tenemos en cuenta que muchos de estos productos se cultivan en el territorio. Gran Bretaña importa grandes cantidades de leche, cerdo, cordero y otros alimentos básicos, a pesar de que exporta cantidades similares de los mismos.
Comiendo plástico
Y una vez los alimentos llegan al supermercado, ¿qué sucede? Plástico y más plástico, con derivados del petróleo. Así, encontramos un embalaje primario que contiene el alimento, un empaquetado secundario que permite una atractiva exhibición en el establecimiento y, finalmente, bolsas para llevártelo del “súper” a casa.
Vivimos en un planeta de plástico, como retrataba brillantemente el austríaco Werner Boote en su film ‘Plastic Planet’ (2009), donde afirmaba: “La cantidad de plástico que hemos producido desde el principio de la edad del plástico es suficiente para envolver hasta seis veces el planeta con bolsas”. Y no sólo eso, ¿qué impacto tiene en la salud su omnipresencia en nuestra vida cotidiana? Un testimonio en dicho film decía: “Comemos y bebemos plástico”. Y esto, como denuncia el documental, tarde o temprano, nos pasa factura.
La gran distribución no solo ha generalizado el consumo de ingentes cantidades de plástico sino, también, el uso del coche para ir a comprar. La proliferación de hipermercados, grandes almacenes y centros comerciales en las afueras de las ciudades ha obligado al uso del coche privado para desplazarse hasta estos establecimientos. Si tomamos como ejemplo Gran Bretaña, y como indica el informe Eating oil: food suply in a changing climate, entre los años 1985/86 y 1996/98 el número de viajes a la semana por persona en coche para hacer la compra pasó de 1,7 a 2,4. El total de la distancia recorrida, también, aumentó, de los 14km por persona a la semana a 22km, un ascenso del 57%. Más kilómetros, más petroleo y más CO2, en detrimento, además, del comercio local.
¿Qué hacer?
Según la Agencia Internacional de la Energía, la producción de petróleo convencional alcanzó su pico en 2006. En un mundo, donde el petróleo escasea, ¿qué y cómo vamos a comer? En primer lugar, es necesario tener en cuenta que a más agricultura industrial, intensiva, kilométrica, globalizada, más dependencia del petróleo. Por contra, un sistema campesino, agroecológico, local, de temporada, menos “adición” a los combustibles fósiles. La conclusión, creo, es clara.
Es urgente apostar por un modelo de agricultura y alimentación antagónico al dominante, que ponga en el centro las necesidades de la mayoría y el ecosistema. No se trata de una vuelta romántica al pasado, sino de la imperiosa necesidad de cuidar la tierra y garantizar comida para todos. O apostamos por el cambio o cuando no quede más remedio que cambiar, otros, como tantas veces, van a hacer negocio con nuestra miseria. No dejemos que se repita la historia.

http://diarioecologia.com/comemos-petroleo-aunque-no-lo-parezca/


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sábado, 30 de enero de 2016

Un nuevo proyecto de exploración aurífera desembarca en Galicia tras el rotundo fracaso de la mina de Corcoesto





La empresa madrileña Grupo M-FM 2001, S.L., dedicada a la exploración, extracción y beneficio de recursos metalícos obtiene el beneplácito de la Xunta al autorizar el permiso de investigación minera "Isabela II", centrada especialmente en la búsqueda de oro sobre un total de 4.368 hectáreas (156 cuadrículas mineras), en los municipios coruñeses de Zas, Santa Comba, Vimianzo y Coristanco.

La Plataforma Salvemos Cabana estudiará la documentación correspondiente y presentará alegaciones al respecto, recomendando " que todas aquellas personas y colectivos interesados acudan a consultar el expediente en fase de información pública hasta mediados de febrero en la Sección de Minas de la Jefatura territorial de la Consellería de Economía, Empleo e Industria de A Coruña, situada en la segunda planta del Edificio Administrativo Monelos y procedan a presentar sus respectivos escritos de objeción ".

"ISabela II" es sólo el principio

Según la documentación del expediente presentado a la Administración gallega, el Grupo M-FM 2001, S.L. tiene en tramitación un segundo permiso aparte del ya concedido bajo la denominación de " Livia ", que añadiría otras 162 cuadrículas mineras (4.536 hectáreas) en los ayuntamientos de Zas, Santa Comba y Mazaricos, alcanzando en conjunto un total de 8.904 hectáreas, lo que multiplicaría en la práctica por diez el área prevista inicialmente para el frustrado proyecto de la empresa canadiense Edgewater en la parroquia de Corcoesto (Cabana de Bergantiños, A Coruña).

El actual ejecutivo de la Xunta, favorable a la minería metálica

Para Salvemos Cabana, "resulta difícil comprender cómo la Xunta de Galicia puede mostrarse proclive una vez más a la minería del oro y otros metales en sus distintas vertientes sin valorar otro tipo de condicionantes como las afectaciones al territorio y el medio ambiente, primando la actividad extractiva frente otros sectores productivos básicos en Galicia como la agricultura y la ganadería".

De hecho, "en el propio Plan Sectorial de Actividades Extractivas de Galicia se apuesta de manera decidida por el renacimiento de la minería metalífera y la apertura de nuevas explotaciones, reconociendo más de 40 solicitudes de permisos de exploración e investigación minera en los últimos años en territorio gallego".

Por eso, para el colectivo gallego "la única solución es una reforma profunda de la Ley 3/2008, de Ordenación de la Minería de Galicia, aprobada por la Consellería de Economía e Industria en la época del Bipartito, que adolece de importantes defectos de forma y numerosas incongruencias que han sido aprovechadas desde la actual administración autonómica del PP para proyectos empresariales favorables con su línea ideológica". 


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viernes, 29 de enero de 2016

Esbozo de reflexión sobre las estrategias del movimiento por la justicia climática tras la cumbre de París

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Mouvements

Traducido del francés  por Beatriz Morales Bastos

¿Qué hacer para salvar el clima después de la cumbre del clima de París (la COP21)? Maximes Combes (economista y miembro de Attac) y Nicolas Haeringer (encargado de la campaña de 350.org y miembro de Mouvements) esbozan en este artículo unas pistas de reflexión para seguir construyendo el movimiento por la justicia climática.
2015 fue claramente un año intenso en lo que concierne al clima. El movimiento por la justicia climática se extendió y fortaleció, además de lograr muchos éxitos: en el curso de esos últimos meses hemos multiplicado las acciones, desde unas jornadas mundiales de la desinversión (13 y 14 de febrero), a las acciones organizadas al cierre de la COP 21 en París (12 de diciembre), pasando por la paralización definitiva del proyecto de oleoducto de Keystone-XL en Estados Unidos (anunciado por B. Obama el 6 de noviembre), el bloqueo de una mina de carbón en Alemania (el 15 de agosto), la dinámica Alternatiba que ha reunido en total a varios cientos de miles de personas o incluso las movilizaciones contra las financiaciones que conceden los bancos a los proyectos climáticos.
Así pues, 2015 es un año que nos ha servido para construir unas bases más sólidas de un movimiento capaz de emprender la gran transición hacia unas sociedades justas y sostenibles. En este sentido fue un año de esperanza, una esperanza concreta y tangible: a partir de ahora sabemos que podemos luchar eficazmente para evitar el caos climático.
Esto es tanto más importante cuanto que 2015 también fue un año extremos: se multiplicaron las catástrofes climáticas, se batieron uno tras otro récords de emisiones de gases de efecto invernadero y de calor…
Debemos, pues, continuar con nuestras movilizaciones y compromisos, con la misma determinación. El acuerdo al que se llegó el pasado mes de diciembre en París tras la COP21 no soluciona nada. Muchas de sus disposiciones dejan el campo libre a los proyectos climaticidas, lo cual no es una sorpresa. Pero una vez firmado y ratificado, el acuerdo de París está ahí para durar: a corto y medio plazo no se emprenderá ningún proceso de revisión. Por lo tanto, también tenemos que utilizarlo por lo que abre como perspectivas y recursos para avanzar hacia la justicia climática. Al ratificarlo los Estados se van a comprometer, jurídicamente, a mantener el calentamiento climático bajo el límite de los 2°C (un objetivo que aquí se concibe como un techo, no cómo un mínimo, puesto que menciona la posibilidad de tender hacia el 1,5°C).
Ofrecemos a continuación algunas perspectivas que proponemos debatir para 2016 y que constituyen otras tantas ocasiones para reunirnos y construir juntos este vasto movimiento por la justicia climática.
1/ El objetivo del 1,5°C se debe imponer a todos y todas. Por supuesto, sabemos que un acuerdo no regula nada en sí mismo. Hace más de 20 años que la comunidad internacional negocia un plan «universal» de reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero. Sin embargo, en ese mismo periodo de tiempo estas emisiones han aumentado más de un 60% (esto es, el mayor crecimiento histórico). Salimos, pues, de dos décadas extremadamente paradójicas: cuanto más negociaba la comunidad internacional un acuerdo de reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero, más aumentaban estas emisiones. Evidentemente, no se trata de una relación de causalidad, sino de un recordatorio extremadamente importante: en política, las palabras (incluso cuando tienen un estatuto teóricamente obligatorio) tienen dos destinos. Pueden quedarse en letra muerta o volverse performativas. Las profecías nunca se autorrealizan, se construyen paso a paso, y el resultado depende mucho de las movilizaciones, diversas y variadas, de la sociedad civil. El después de la COP21 y el devenir del acuerdo de París dependen en gran parte de lo que hagamos. Sabemos que el reto es demasiado serio como para dejar este devenir en manos únicamente de los Estados.
2/ Hace tiempo que Desmond Tutu estableció el paralelismo entre el apartheid y el cambio climático. En efecto, el apartheid acabó únicamente porque al cabo de 20 años de negociaciones, una Convención Marco de las Naciones Unidas sobre la lucha contra el régimen de apartheid adoptó un texto que reconocía su carácter inaceptable y pedía a Sudáfrica que le pusiera fin. El régimen de apartheid cesó gracias a las movilizaciones y a las luchas sociales y políticas en Sudáfrica, y a la solidaridad internacional de los movimientos sociales, sindicales y asociativos que obligaron a los Estados a actuar. Esto es lo que necesitamos también en materia climática: crear las condiciones políticas y sociales para que los Estados no tengan más opción que pasar, por fin, a la acción y emprender la gran transición hacia unas sociedades justas y sostenibles.
3/ Reivindicamos la idea de una justicia climática, esto es, de todo un conjunto de leyes, de normas, pero también de decisiones judiciales (de la jurisprudencia) que condenen realmente a los responsables del calentamiento climático. Por lo tanto, el movimiento por la justicia climática debe proceder sobre todo por medio de «anticipaciones normativas», una de cuyas modalidades privilegiadas para los movimientos sociales es la desobediencia civil, en este caso la desobediencia climática.
4/ Este giro hacia la desobediencia climática se basa en tres pilares: – las resistencias (el bloqueo) – la no cooperación (la desinversión y las diferentes formas de boicot a la industria fósil) – la construcción (las alternativas).
5/ La «desobediencia climática» es más legítima después de París de lo que lo era antes de París. En adelante ya no nos movilizamos basándonos únicamente en los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) o de la Agencia Internacional de la Energía o de lo que sabemos de las causas y consecuencias del cambio climático. En adelante lo haremos porque tomamos en serio las declaraciones políticas y los objetivos de calentamiento máximo fijados por medio del acuerdo de París y estamos decididos y decididas a actual para que se cumpla su objetivo clave (mantener el calentamiento por debajo del límite del 1,5°C). Ahora bien, este objetivo tiene unas consecuencias claras: la paralización de todo proyecto de infraestructura fósil, ya se trate de extracción o de consumo. A partir de ahora la situación está clara, ya se trate desde la extensión de las minas de carbón hasta los nuevos sondeos, pasando por Notre Dame des Landes (1): hay que paralizar estos proyectos.
6/ En efecto, el objetivo fijado por el acuerdo de París nos permite no quedarnos en «estado de urgencia climática»: en adelante podemos reivindicar un «estado de necesidad climática». Este cambio está lejos de ser anodino: la noción de estado de necesidad es crucial. En efecto, permite a un juez hacer la distinción entre el móvil (aunque sea fraudulento) y el acto: entre dos imperativos contradictorios inscritos en la ley la justicia reconoce así que es legítimo (por lo tanto, aceptable incluso respecto a la ley) elegir la infracción menor.
7/ Por lo tanto, el movimiento por la justicia climática se podría estructurar en torno a tres pilares: resistir, negarse a cooperar y construir. – resistir: aquí el reto es trazar las líneas rojas ahí donde esté en juego la destrucción del clima y bloquear, en un primer momento temporalmente, todos los proyectos climaticidas. Pero la resistencia también se lleva a cabo en otras partes: las colectividades locales pueden negarse a la explotación del gas de esquisto (fracking) en su territorio, los Estados pueden oponerse a los tratado tipo TAFTA y TPP. – negarse a cooperar: la destrucción del clima ya no puede hacerse en nuestro nombre y con nuestro dinero. Debemos recuperar nuestra capacidad de tener peso en las decisiones importantes afirmando claramente que nos negamos a que nuestro dinero (tanto privado como público) sirva para financiar la destrucción del clima y que se debe reorientar a la transición. Por consiguiente, 2016 debe permitirnos tener un éxito aún mayor en el frente de la desinversión y de las diferentes formas de boicot al mundo de las energías fósiles. – construir: no faltan las iniciativas que prefiguran una sociedad justa y sostenible, desde las ciudades en transición a la relocalización de la actividad económica, pasando por el permacultivo o el hábitat ligero. Son muchas las formas de establecer una red, desdeAlternatiba a las iniciativas vinculadas al decrecimiento. El reto es anclar mejor estas prácticas en el movimiento por la justicia climática y, por consiguiente, vincularlas a las dinámicas de resistencia y de no cooperación.
8/ Evidentemente, no se trata de construir una organización o una red que haga las tres cosas a la vez, sino de construir un movimiento que ponga en relación a unos colectivos y a unas organizaciones que actúen según una u otra de estas modalidades, y que permita elaborar unas estrategias que las articule de la mejor manera posible. Para ello no necesitamos tanto construir un «movimiento de movimientos» (sobre el modelo altermondialista) como construir un «movimiento de movilizaciones» que articulen campañas, jornadas de acción y de resistencia, y luchas locales, con unos movimientos internacionales de reagrupamiento y de construcción.
9/ La cuestión de la construcción / de las alternativas no es la de las soluciones, sino la de las escalas. Por ejemplo, el paso de un mix energético esencialmente fósil (o, en el caso de Francia, nuclear) a un mix 100% renovables no es una cuestión técnica. Es ante todo una cuestión democrática y social: ¿quién controlará el sistema de producción y de distribución, unas multinacionales de las energías renovables o unas cooperativas de productores y consumidores?, etc. Por consiguiente, el primer reto es lograr articular los tres pilares del movimiento por la justicia climática a unas escalas que tengan sentido y nos permitan tener verdadero peso en el curso de las cosas para bloquear los proyectos climáticos, actuando a la vez sobre nuestras formas de consumo y sobre las estructuras en las que se basa el capitalismo fósil.
10/ Así pues, el movimiento por la justicia climática tiene ante sí el reto de lograr crear unas formas “translocales” de solidaridad y de lucha: no se trata, como en el caso del altermundialismo, de convertir la escala transnacional en el lugar privilegiado de movilización y de elaboración estratégica, sino de partir de la experiencia de los territorios en lucha y de las alternativas concretas para construir la transición hacia unas sociedades justas y sostenibles. En ese sentido la movilización «Break Free» del próximo mes de mayo constituye una etapa importante: en efecto, se trata de construir una jornada mundial de acción a partir de luchas locales, con el objetivo de bloquear unos proyectos climaticidas.
(1) Notre Dame des Landes es una comuna situada en el noroeste de Francia donde desde la década de 1970 existe un proyecto de construir un gran aeropuerto internacional que ha suscitado una gran oposición entre sus habitantes. (N. de la t.)
Fuente: http://mouvements.info/ebauche-de-reflexion-sur-les-strategies-du-mouvement-pour-la-justice-climatique-apres-paris/ 


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Un modelo científico al servicio de las empresas

Un modelo científico al servicio de las empresas

brujulacomunicacion.com


Investigadora de la UBA y el Conicet, Mirta Varela cuestiona el modelo científico argentino, con investigadores al servicio de las empresas y complicidades con el extractivismo. Facultades socias de corporaciones transgénicas y un ministro que pasó del kirchnerismo a firmar decretos para el PRO.‬‬Una nueva religión se impone con la bendición de los medios de comunicación, suma fieles a diario y cuenta con recursos del Estado y beneficios para las empresas. Su palabra parece definir qué es válido y qué no, justificar acciones y decidir sobre hechos que impactan en la sociedad. Se trata de “la ciencia” o, sus personeros, los “científicos”. Pero, rara vez, estos académicos cuestionan públicamente el modelo científico, silencian los desmanejos del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas) y no se preguntan qué ciencia se práctica y a quién beneficia. Mirta Varela, investigadora del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires, cuestiona el ámbito científico desde adentro mismo del sistema: “Es de una enorme irresponsabilidad no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia”.
El rol de los científicos, las estructuras clientelares, la persecución a los disidentes, la falta de autocrítica, las complicidades y un ministro que pasó del kirchnerismo al PRO (y que continúa fiel a las empresas transgénicas).
EleccionesSemanas antes del balotaje entre Daniel Scioli y Mauricio Macri, numerosos académicos se movilizaron bajo el paraguas de la organización “Científicos Autoconvocados”. Realizaron muestras en lugares públicos (Plaza Constitución, Retiro, Rosario y Córdoba, entre otros), remarcaron la importancia de la ciencia (con “logros” como una nueva semilla de soja transgénica) y llamaron a votar a Daniel Scioli. Publicaron solicitadas, realizaron puestas en escena lavando platos (recordando los dichos de Domingo Cavallo durante el menemismo) y fueron muy activos en redes sociales. Tuvieron amplia repercusión en los medios ligados al kirchnerismo.
Mirta Varela escribió el 7 de noviembre una columna de opinión en Clarín. Cuestionó el posicionamiento de funcionarios e investigadores, en nombre de universidades y del Conicet, con recursos públicos y con fines partidarios. “Resulta penoso ver cómo quienes debieran salvaguardar el pensamiento crítico se han convertido en aplaudidores seriales”, cuestionó la investigadora del Instituto Gino Germani de la UBA.
Y los interpeló por su silencio ante el uso de agroquímicos, la megaminería y la eliminación de estadísticas de pobreza en el Indec.
-¿Qué repercusiones tuvo de esa columna?
-Me llamaron y escribieron muchos colegas. Estaban de acuerdo pero paso seguido me decían “te inmolaste”.
-¿Por qué?
-Es que son gestiones (del Conicet y la Facultad de Sociales) muy alineadas con el Gobierno (anterior) y las represalias no se hacen esperar. Se castiga la crítica a la ciencia hegemónica.
-¿Por qué cuestionó el pronunciamiento de la Facultad de Ciencias Sociales previo al balotaje?
-Porque no hubo debate interno y porque funcionarios e investigadores no pueden utilizar el nombre de universidades y del Conicet con fines partidarios. Es inaceptable porque la UBA y el Conicet no le pertenecen a ningún gobierno, aunque en algunos casos se les haya aplicado una lógica clientelar, que castiga a los no alineados con el gobierno y el modelo científico. También me gustaría aclarar que no estoy en contra de la ciencia o de la inversión pública en ciencia. Estoy en contra de un modelo de gestión del conocimiento y de la falta de autonomía respecto de la política.
-¿Cómo se dan las represalias en el Conicet o en la Universidad?
-Evaluaciones permanentes con criterios poco claros, negación de financiamientos o becarios. Son múltiples las formas y conocidas en el sistema científico. En la Facultad es más claro. Crean estructuras paralelas, cátedras, áreas con las mismas competencias para intentar vaciar las ya existentes. Me pasó en la Facultad con la creación de una revista paralela a la que hacemos (“Cuadernos de la Red de Historia de los Medios”).
ModeloRecuerda una charla pública de Andrés Carrasco (embriólogo molecular que confirmó los efectos del herbicida glifosato y fue desprestigiado por Lino Barañao, autoridades del Conicet y los medios del agronegocios). “Súper razonable todo lo que publicó y muy tremendo como reaccionó el Conicet y el ministro Barañao, con ataques personales y desconociendo trayectorias y trabajos”, cuestiona.
-¿Qué evaluación hace del Conicet en los últimos años?
-Se incrementó el modo en que el Conicet orienta el financiamiento a ciertos sectores con muchos cuestionamientos.
-¿Por ejemplo?
-Hay proyectos digitados entre el Conicet, universidades e YPF para avanzar con el fracking (“fractura hidráulica”, una técnica muy cuestionada por sus aspectos ambientales y sociales). El Conicet avala eso, lo impulsa, y no dice nada de las consecuencias. Tampoco dicen nada muchos científicos que saben que eso sucede.
-¿Es algo explícito y los científicos no lo denuncian?
-Entrás a la página del Conicet y son públicos los convenios y cofinanciamientos con industrias en pos de un proyecto. Son claras las políticas de muchísimos recursos para el modelo transgénico y, en los últimos años, con YPF y el fracking. Y claro que dejan de lado los grandes cuestionamientos que tienen esas actividades. Es de una enorme irresponsabilidad no ver las consecuencias de fomentar este modelo de ciencia. Los científicos ya no pueden negar los efectos de los agroquímicos, las enfermedades, las transformaciones en la sociedad, migraciones, la tierra en pocas manos. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
-Casi no se conocen, desde el ámbito científico, críticas públicas al Conicet o al Ministerio de Ciencia.
-No ha habido critica.
-¿Por qué?
-El sistema científico premia al que repite y no al que innova. Y también premia a quien no cuestiona de dónde proviene el dinero de su investigación... tiene que ver con el incremento del financiamiento. A todos nos ha parecido beneficioso, pero también paralizó cualquier postura crítica. Hubo un claro aval a la política de más recursos, pero nada se dijo del modo en que se orientaban o se manipulaban esos recursos. Y al mismo tiempo sí ha habido una utilización del sistema científico como propaganda gubernamental. Es una idea muy errada de la ciencia y tampoco contribuye a ejercer la crítica desde la ciencia misma.
-Al mismo tiempo hubo muchos recursos y posicionamiento, desde el kirchnerismo, de la importancia de “la ciencia”.
-Sí, claro, es que van juntos. Se señala el valor de la ciencia pero se le quita autonomía. Se anuló la capacidad crítica de la ciencia y eso conlleva al desprestigio. Hubo un claro beneficio económico, con una extrema cuantificación del modelo de trabaja (solo importa cuántos “papers” publican), se transformó en un beneficio corporativo, sin cuestionar el modelo de ciencia y técnica y con una lamentable pérdida del rol crítico del científico. Así se explica que el ministro Barañao diga que los agroquímicos son como antibióticos, una barbaridad, y ningún científico le salga al cruce. Eso demuestra que estamos en problemas.
-Sin embargo es todo un sello cuando habla alguien del Conicet.
-Ningún hecho es cierto ni está bien porque lo diga el Conicet. A esta altura es una cucarda y hay que cuestionarla. No podés pensar conocimiento si no pensás las estructuras de ese conocimiento y qué intereses la atraviesan. Si te financian para desarrollar transgénicos o para hacer fracking existe una clara línea ideológica y toma de posición ante la realidad. Por eso mismo hoy tiene menos valor pertenecer al Conicet, tiene mucho que ver la pérdida de sentido crítico y eso devaluó a la institución. Muchos tienen miedo a perder esa cucarda que es el Conicet, pero hay que cuestionar el sistema desde adentro e impulsar cambios reales en las estructuras y visiones de ciencia y técnica.
-¿Qué responsabilidad le cabe a los científicos en este modelo académico volcado al mercado en general y al extractivismo en particular?
-Les cabe toda la responsabilidad. Si los científicos contribuyen a producir conocimiento que permite el extractivismo o a legitimar con sus avales lo que realizan las empresas, o a promover un modelo económico o social que es concomitante con esas prácticas, les cabe toda la responsabilidad de las consecuencias ambientales y sociales que sus dichos o prácticas puedan acarrear. Si esto no fuera así, el conocimiento científico carecería de valor. En tanto investigadora de organismos públicos, mi deuda siempre es con la sociedad. Si los intereses entre el mercado y la sociedad entran en conflicto, no puede caber duda de qué lado pararse.
UbaNegociosEl correo institucional de la Facultad de Agronomía de la UBA lleva como título: “Apertura inscripciones 2016 de Posgrado en Agronegocios”. El “objetivo central” es "capacitar a empresarios, profesionales y funcionarios en el área de los agronegocios y alimentos" para la "gestión competitiva de las cadenas agroalimentarias".
Varela no salía de su asombro: “El Programa de Agronegocios de la Facultad de Agronomía (Fauba) explicita la función subsidiaria de la universidad respecto de las empresas”. Ingresó al sitio de internet de la Facultad y confirmó sus sospechas (y que en Agronomía suelen ser objetivo de publicidad): el “Departamento de Instituciones, Organizaciones y Estrategia” de la Fauba tiene entre sus clientes de “soluciones y consultorías” a YPF, Monsanto, Plusagro, Bayer, Advanta, Los Grobo y Bioceres, entre otros. Y el Laboratorio de Tecnología de Semillas de la Facultad tiene convenios vigentes con Monsanto, Dow, Don Mario y una decena de empresas del sector.
“¿Qué tipo de auditoría y diagnóstico estratégico puede realizar la Facultad mientras sus laboratorios reciben dinero de esas empresas?
Las preguntas que me impone la lectura de la página de la UBA son de dos tipos, de orden institucional y de gestión del conocimiento. En primer lugar, me impone preguntarme acerca del funcionamiento de la universidad de la que formo parte: ¿Cómo puede la universidad pública crear posgrados, laboratorios, investigación que sólo sirva para atender las necesidades de las empresas? La relación se encuentra invertida: la universidad no toma la iniciativa, no marca una agenda a la sociedad sino que se amolda a las necesidades de empresas cuyo único objetivo es obtener mayores ganancias. ¿Cómo es posible que la universidad pública audite empresas que financian parcialmente sus posgrados o laboratorios? ¿Por qué debería la universidad pública dedicar sus esfuerzos a estos fines? En este punto: ¿En qué se diferencia la universidad pública de una privada?”, cuestionó Varela.
En segundo lugar, apuntó a la división del conocimiento en la investigación y la docencia universitaria. “Parte del problema de la universidad y el Conicet es la extrema división de saberes cada vez más específicos que tiene como consecuencia inmediata desinteresarnos por cuestiones que tienen consecuencias evidentes sobre la sociedad y aceptar formar parte de instituciones que se nos obtura pensar en forma conjunta e integrada. Dicho de otro modo: ¿Por qué debería quedarme callada mientras la universidad de la que formo parte produce alimentos con empresas con cuestionamientos graves? ¿Por qué no debería cuestionar la persistencia de un modelo de explotación y desarrollo cuyas consecuencias ya han recibido críticas harto razonadas que comparto en tanto investigadora?”.
Barañao-Macri-El ministro Lino Barañao firmó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que posibilitó que Macri avance contra la Ley de Medios. ¿Qué opinión le merece?
-Confirma que su política en el ámbito científico no parece exigirle coherencia de principios con otras políticas del gobierno anterior o del actual.
-¿Por qué?
-Probablemente porque responde directamente a intereses económicos, tanto en el gobierno anterior como en el actual.
-Este hecho (que el Ministro vaya contra una de las banderas de la anterior gestión), no le ameritó críticas públicas de los científicos que habían salido a lavar platos.
-En principio, los científicos somos funcionarios de Estado poco habituados a enfrentarnos al Estado para el que trabajamos. Los científicos que salieron a lavar los platos lo hicieron en una coyuntura durante la cual su expresión fue avalada y estimulada por el gobierno anterior, durante el cual se habituaron a aceptar muchas medidas contrarias a sus intereses, siempre y cuando fueran llevadas adelante por políticos con los que se identificaban. La sola idea de un grupo autodenominado "Científicos con Cristina" obturó la posibilidad de un debate sobre las medidas del gobierno anterior y nos dejó muy mal parados para reaccionar ahora de manera específica y legítima. No se estimuló el hábito de poner en contacto una política con otra: el fracking y la expansión de agrotóxicos con las políticas de migración, de vivienda, de medios. Probablemente rechazan la derogación por decreto de la Ley de Medios pero actúan como si eso no tuviera nada que ver con el ámbito científico.
-En política científica, ¿Macri es la continuidad del kirchnerismo?
-Sí. La continuidad simbolizada en Barañao va mucho más allá de un nombre y la orientación de la política parece ser la misma. Pero también creo que es razonable el temor a un desfinanciamiento para algunos sectores del sistema científico, frente al cual un conjunto de investigadores que apoyaron al kirchnerismo ya salieron a cuestionar a Macri. Eso es una novedad de esta etapa, ya que antes no hubo resistencias sino elogios. Pero el cuestionamiento surge del temor a la pérdida de presupuesto, no al cuestionamiento al modelo. No puedo hacer predicciones, sólo puedo ver que es una vía para la conservación de la estructura actual, no para su ruptura. Eso nos sigue dejando a los que no nos identificamos con esta política científica en un lugar aún más incómodo.
-¿Cuál es la salida de este modelo científico?
-Hoy el modelo científico se encuentra orientado al desarrollo económico como si ése fuera el valor supremo y como si fuera un valor por sí mismo y no un medio para conseguir otros beneficios. Se valora la generación de una patente por el rédito económico que acarrea, antes que por los beneficios sociales que puede aportar lo que esa patente garantiza. Que los científicos estemos hoy obligados a destacarnos simultáneamente en competencias completamente ajenas a nuestra formación como la administración de presupuestos, la gestión de recursos humanos, la cooperación internacional y la divulgación de resultados, nos obliga de hecho a reproducir a través de nuestras prácticas las reglas del mercado. ¿Cómo cuestionar por esa vía lo que aceptamos hacer a diario?
Creo que es posible partir de otros valores que orienten el modelo de conocimiento. Y sobre todo un modelo que no esté dirigido a solucionar problemas que ese mismo modelo produce sino más bien a intentar evitarlos generando vías alternativas. Creo que es posible imaginar, sobre todo, un modelo científico que se cuestione a sí mismo. De hecho, creo que hay muchos científicos empeñados en esta misma tarea.

Fuente original: http://brujulacomunicacion.com/index.php/noticias/notas/item/1713-un-modelo-cientifico-al-servicio-de-las-empresas


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Amigos de la Tierra critica el carácter recaudatorio de la nueva Ley de cambio climático catalana






El nuevo Govern Catalán ha aprobado un Proyecto de ley de cambio climático cuyas finalidades son reducir tanto las emisiones de gases de efecto invernadero, como mejorar la adaptación a los impactos del cambio climático. El documento, que fue redactado durante la anterior legislatura por el Departamento de Territorio y Sostenibilidad, pretende ser la herramienta que de cohesión a los planes y estrategias existentes en la comunidad catalana. No obstante, tras una valoración inicial hecha a partir del documento original [1], Amigos de la Tierra critica su marcado carácter recaudatorio.
Según Hector de Prado, responsable de Clima y Energía en la organización “son leyes como esta las que estigmatizan la lucha contra el cambio climático. Es necesario establecer medidas para reducir las emisiones procedentes del tráfico rodado, sin embargo un transporte menos contaminante no implica necesariamente pagar más impuestos, se han de fomentar alternativas como el transporte público, la bicicleta o favorecer los coches eléctricos. Además es indispensable hacer más hincapié en medidas que garanticen menos emisiones en el resto de sectores”. Según su opinión, “si llevar a cabo medidas de mitigación de gases de efecto invernadero, pasa simplemente por promover nuevos impuestos entre los ciudadanos de a pie, es que no hemos entendido nada”.
Según la nueva Ley, en 2018 se empezarán a tasar los vehículos más contaminantes, con emisión de más de 160 gramos de CO2 por kilómetro. Y en 2020, se aplicará a todo el mundo. De esta manera, cualquier residente catalán con un turismo de la categoría M1, o un comercial ligero de la categoría N1, que sobrepase los 120 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, tendrá que abonar anualmente una tasa por transitar en Cataluña. Esto representará de media, entre uno y cinco euros anuales para los vehículos menos contaminantes. Y por encima de diez para los vehículos más antiguos o contaminantes.
De Prado afirma que “a pesar de las buenas intenciones que se desprenden a lo largo del documento, existen otras maneras más efectivas de hacer frente al cambio climático sin la necesidad de añadir un cuota tributaria al ciudadano de a pie, o apoyarse en el comercio de emisiones”. Y añade que “si bien las emisiones derivadas del transporte no son nada desdeñables, donde realmente queda mucho trabajo por hacer, es en el campo del ahorro energético en viviendas o en la ganadería”.
El documento confirma la creación de un “Fondo climático” para hacer frente, entre otros temas ambientales, a la mejora del sistema energético. No obstante, no aparecen reflejadas ni la priorización de estas acciones, ni las cantidades que se necesitarían para lograr alcanzar el 25% de reducción para 2020 respecto al año base de 2005.
Desde 2009, Amigos de la Tierra sigue de cerca el debate y desarrollo de Leyes de cambio climático en el Estado español y en el resto del mundo. Precisamente en junio de 2010 hizo pública la aparición de un informe llamado “Oportunidades para una ley de cambio climático en el Estado español basada en presupuestos de carbono” que ponía de relieve la necesidad de leyes transversales para hacer frente al cambio climático de manera coordinada [2]. En la publicación se hacía especial hincapié en el mecanismo de los presupuestos de carbono, metodología que lleva años en funcionamiento en el Reino Unido.
“Los presupuestos de carbono sí nos parece una buena medida, porque establecen topes de emisiones a cada uno de los sectores durante un periodo de tiempo determinado, por ejemplo cada tres años. De esta manera dispondríamos de un mecanismo de reducción independiente, seguro y controlado que proporcionaría un escenario económicamente predecible a muy largo plazo, al tiempo que daríamos un respiro al contribuyente”.


Notas:

[1] Texto del anteproyecto de ley de cambio climático catalana (en catalán)http://canviclimatic.gencat.cat/web/.content/home/politiques/politiques_catalanes/Avantprojecte_llei_cc/20_10_15_Avantprojecte-de-llei-de-canvi-climatic.pdf

[2] Oportunidades para una ley de cambio climático en el Estado español basada en presupuestos de carbono.
https://www.tierra.org/spip/IMG/pdf/Informe_Ley_cambio_climaticoweb.pdf

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El ecosocialismo de los pueblos





En su lado más exhuberante, de glamour de y para pocos, las elites económicas, en todo el mundo, viven como una falsa publicidad del tabaco, a costa de sanguijuelear la energía vital de la biodiversidad del planeta, porque han quemado, convirtiendo en humo y cenizas, la riqueza, en red, del conjunto de vidas del mundo, exhibiéndolas, las vidas, como trofeo, en el Coliseo romano-imperial, que es la globalización mercantil: humo de ilusiones y falsificaciones en el pulmón del mundo.
Claro está que este tipo de civilización es, bajo todo punto de vista, absurdo e injusto, además de inviable para aquellos mismos que, por ahora, están secuestrando la multiplicidad sin fin de las vidas del mundo, falseándola, a través de un juego de disfraces, de tal modo que lo que era biodiversidad es transformado en diversidad de bienes, cuyos colores se desvanecerán cuando completemos el único destino manifiesto, al que estamos realmente unidos, en la modernidad occidental-planetaria: el de acabar con la vida en la tierra.
La modernidad-mundo: un inmenso matadero
La modernidad occidental-planetaria es la civilización de esta acumulación de disfraces, en que el yo se piensa tan superior a otros seres, teniéndolos, por lo tanto, como enemigos para ser golpeados y asesinados.
Como un inmenso matadero, la modernidad funciona como si fuera una pirámide construida sobre un terreno frágil. Aquellos que están al tope de la pirámide, llenos de privilegios, a costa del esfuerzo, la humillación y la extinción de los que se encuentran en la base, no saben —o no quieren saber— que la inevitable destrucción es la misma para todos.
Tarde o temprano toda pirámide se derrumbará como un castillo de arena.
Así, no es suficiente la sustitución del maquinista, que promete, en nombre del progreso, acelerar aún más el tren de la historia moderna. Nada sería más temerario. Dentro de este modelo genocida, tampoco ayuda de nada disminuir o incluso acabar con las desigualdades sociales, en el plano humano, eliminando las jerarquías que hay dentro del tren porque es el tren mismo el que debe ser parado; es el modelo piramidal de sociedad el que debe ser revisado, a favor de un modelo horizontal, de desarme total de la especie humana, desarme de las armas de destrucción masiva, pero también desarme de las armas antropocéntricas, esa arma letal a través de la cual el humano se sobrepone, como si fuese superior a todos los demás seres del planeta; de las armas afectivas, en nombre de las cuales concentramos nuestra infinita expresividad, de y para amar, en los familiares y en los iguales, constituyendo lo que podría denominarse sociedad incestuosa, por no permitirse la mezcla, por jerarquizar el amor, amando más a los hijos, a los padres, al amante, volviéndonos indiferentes e impotentes para amar con la misma intensidad al desconocido, al extranjero, al diferente y al extraño, a los cuales, en primera y última instancia, no sólo evitamos, como ignoramos y odiamos, a fin de garantizar la felicidad de la sociedad de la intimidad, que es la sociedad de la misma genética, del mismo idioma, de la misma rama de conocimiento, de la misma profesión, etc.; de las armas de género, las de diversos calibres de modelos de macho, incluso con actualísimas versiones femininas; de las armas étnicas, en que, no obstante el blanco europeo siga siendo el modelo, otras etnias, con un individuo u otro, pueden de igual modo, como en un juego de máscaras, ocupar el liderazgo, desde que sea para continuar poniendo fuego a la leña de la energía colectiva del mundo, diezmándola; en fin, de las distintas formas de armas culturales, económicas, epistemológicas.
La hora es ahora
La hora siempre es ahora, ayer y hoy, de liberarnos; de decir ¡basta! a las oligarquías económicas, mediáticas, étnicas, religiosas, sexuales y cognitivas, para inventarnos, rehaciendo colectivamente nuestro modo de vivir y convivir reforzando la interdependencia y la cooperación entre los vivientes, de mortal a mortal, creando la red sin fin de apoyo al presente y al futuro de la vida en la Tierra.
Necesitamos una civilización que proteja la vida y que, reconociendo nuestra mortalidad común, sirva al propósito de cultivar la delicada red de interdependencias e interaciones sociales, mentales y ambientales, las cuales, en conjunto, constituyen el escenario que garantice la coexistencia de las vidas en la Tierra.
Para esto, las personas presentes del futuro, proponemos estos absurdos:
1. Colaborar para fomentar una cultura de y para la paz, proponiendo un desarme total de la humanidad: un desarme bélico, afectivo, simbólico, epistemológico, cultural, etc., comenzando por las grandes potencias.
Estados Unidos, único país que cobardemente osó lanzar bombas atómicas contra otro país, debe ser el primero en desarmarse.
2. Todos los vivientes de este planeta somos mortales y estamos en el mismo barco, razón por la cual nadie es, bajo ningún punto de vista, superior a nada ni a nadie.
3. Revaluar permanentemente toda nuestra formación antropocéntrica, a través de la reinvención, igualmente permanente, de nuestra relación con los otros seres del planeta. Para eso, debemos partir de la premisa de que no somos, bajo hipótesis alguna, señores de la Tierra, y que nuestra racionalidad es una entre varias.
4. Colaborar para la historia de emergencia, en Brasil, en Colombia, en América Latina y en el mundo, del protagonismo popular, como la base fundamental de la verdadera transformación social, ambiental y mental.
5. Formar parte en red, como constituido y constituyente, de un vigoroso movimento popular, consciente de los desafios y de la consecuente necesidad de luchar por la ampliación de los derechos de los pueblos y de los seres no humanos: derecho a la diversidad informativa, cognitiva, económica, social, ambiental y mental.
6. Para que alcancemos un verdadero protagonismo popular, tenemos que hacerlo en el ámbito local, nacional, continental y planetario. Únicamente la acción en red, y visionaria, puede destronar a las oligarquías —de todo tipo, después de todo— que promueven una guerra incesante contra la biodiversidad, de y en el planeta, la biodiversidad ambiental, social y mental.
7. Proponer la constitución de una pluri-racionalidad, buscando estudiar e incorporar, como humanos, las más diversas racionalidades no humanas, principalmente aquellas que puedan reforzar nuestra dimensión común, de vivientes de un mismo planeta.

8. Si vivimos en el mismo planeta y somos igualmente mortales, es porque somos del mismo modo interdependientes, razón por la cual de aquí en adelante la interdependencia debe ser el eje de todas nuestras decisiones y logros.
9. Como resultado de la premisa anterior, nuestra referencia debe ser la necesidad de constituirnos como una subjetividad humana —ecología mental— que no entre en confrontación ni con la sociedad, de la cual forma parte, ni con el medio ambiente, del cual igualmente forma parte.
10. Nuestras tres dimensiones ecológicas, la ambiental, la social y la mental, deben coexistir en un horizonte de radical igualdad, de tal manera que una no comprometa el horizonte expresivo de la otra, sino que, por el contrario, lo enriquezca, lo dignifique y lo refuerce, colectivamente.
11. Como el modelo de producción capitalista —y el de la modernidad— no desarrolla la técnica ni la combinación del proceso social sino destruyendo al mismo tiempo las fuentes de las cuales emana toda riqueza —el trabajador, la biodiversidad, la tierra— el ecosocialismo debe no sólo ser crítico con este modelo de producción, sino principalmente esforzarse por superarlo.
12. La crisis actual no es actual, es de siempre, y tiene que ver con el movimento lineal, progresivo y antropocéntrico de las grandes civilizaciones humanas, razón por la cual debemos esforzarnos para frenar el tren de la historia humana, sustituyéndolo por lo que tiene de emergente, como sueño colectivo, en la expresividad cotidiana de la lucha por mejores condiciones de vida de los movimentos sociales existentes en todos los lugares del mundo.
13. Es indispensable que nos esforcemos por actuar en red, de tal suerte que lo mejor de nuestros esfuerzos individuales y colectivos no sólo converja para la cooperación, sino que igualmente busque traducir, en la práctica, una militancia común entre los más diversos movimentos sociales. Necesitamos un horizonte común de objetivos entrelazados, como el derecho inalienable de todos los pueblos a la soberanía alimentaria, así como el acceso al agua potable, la vivenda digna, la educación revolucionaria, siempre respetando y a la vez dilatando la interacción entre las tres ecologías, la social, la ambiental y la mental.

14. En estos momentos en los que la especulación financiera abrió las carnes del capitalismo, las organizaciones de izquierda, de todas las sensibilidades y corrientes, deberían convertirse en redes globales de denuncia y sus miembros y afiliados en los granos de arena que mostrasen a todos lo que realmente está ocurriendo, enseñasen a los ciudadanos lo que los bancos hicieron con su dinero, el apoyo que los bancos centrales y los gobierno prestaron a los especuladores multimillonarios que provocaron la crisis y, por último, que les ofreciesen las medidas alternativas que es necesario tomar sin demora para evitar que todo se vaya arruinando gradualmente.
15. Actuar en red a través de la formación de trans-conexiones entre movimentos sociales como el MST, la Vía Campesina, los movimentos femeninos, aquellos que igualmente colaboren para desapadrinar el modelo patriarcal-heterosexual de nuestras sociedades; los movimientos indígenas, afro-brasileños, los Movimientos de los Sin Medios, el Movimiento de los Sin Techo, los diversos movimentos de protección a los animales, Greenpeace, en fin, a través de la transconexión de los más diversos movimientos nacionales e internacionales, a fin de transformarlos en fuerza motriz para alcanzar los objetivos comunes-ecológicos de la vida, que son aquellos que no comprometen la interacción prometedora entre la ecología ambiental, la social y la mental.
16. Trabajar en red para desglobalizar el mundo, esto es, para constituir una civilización planetaria en la que la simple posibilidad de existencia de cualquier forma de multinacional, de oligopolio, de monopolio, sea un escándalo de lesa-vida en la Tierra.

17. Reforzar la necesidad de colaboración Sur-Sur, a través de la creación común, entre el sur pobre del planeta, de sistemas financieros que tengan la cooperación, y no el lucro, como referencia.
Como parte de esta colaboración Sur-Sur, proponemos:
a. El abandono de las instituciones creadas después de la II Guerra Mundial, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre otras.
b. La creación del Banco del Sur, que tenga como principio la cooperación, no el lucro.
c. De un sistema de comunicación que atienda las necesidades informativas, educacionales, culturales y estratégicas del sur pobre del planeta.
d. Creación de um sistema jurídico común que prohíba explicitamente la presencia de bases militares estadounidenses —o de cualquier otro país— en cualquier país que esté en diálogo cooperativo Sur-Sur, trabajando para que esta jurisprudencia sea planetaria.
e. Utilización de energías limpias y renovables, como la solar y la eólica, en un sistema de cooperación trans-sur, siempre abierto al diálogo, de igual a igual, con los países centrales de la modernidad occidental.
f. Buscar, con participación popular, salir del modelo extractivista y desarrollista de exportación de materia prima, que tiene marcada la historia de la periferia del sistema, por ser un modelo depredador del medio ambiente y especialmente nefasto para las poblaciones autóctonas, como son las civilizaciones y comunidades indígenas.
En cuanto al campo del trabajo y de la participación popular
La división social del trabajo es el mayor obstáculo para la constitución de una sociedad nueva, ecosocialista, porque la división social del trabajo es la referencia orientadora para una serie indefinida de otras divisiones, como la del conocimiento, la cultural, la geográfica, la de género, la étnica, la del humano y no humano, y tantas otras.
A fin de superar la sociedad de la división social del trabajo, proponemos:
1. Emancipar el trabajo de las relaciones de sumisión o de esclavitud: producción de plusvalía, de máximo lucro, mercantilización, división social del trabajo.
2. Superación de la alienación política y laboral del trabajador por medio del ejercicio de la democracia directa (y no de una supuesta democracia participativa, en realidad dictablanda, negadora de todos los derechos sociales y políticos) y del desarrollo de nuevas formas de participación que derriben la división social del trabajo.
3. Absorber la sociedad política dentro de la sociedad civil, construyendo un nuevo nexo entre el Estado y el ciudadano común, por vía de la democracia directa, a través de un Estado Comunal o de una República de Consejos Comunales.
4. Construcción de una nueva hegemonía que permita superar la alienación consumista e hiperconsumista, el monopolio del conocimiento, la estética de la mercancía, lo que está implicado en la necesidad de una revolución cultural y en la construcción de una subjetividad revolucionaria.
5. Crítica al monopolio y a la jerarquía del conocimiento, que se materializa en la expertocracia o en las diversas modalidades tecnocráticas.
6. Cuestionamiento de la fragmentación del conocimiento, derivado de la formación de varias disciplinas y la especialización.
7. Dotar al trabajo manual de dignidad teórica, reivindicando el saber popular y propugnando por el diálogo entre saberes: en la conversación se construye el mundo.



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jueves, 28 de enero de 2016

Sojización y dengue, una mancha más para el complejo sojero

Argentina

Biodiversidadla


"La sojización mantiene una doble línea de influencia sobre la expansión del dengue. Por un lado el complejo de agrotóxicos utilizados para el sistema de la Siembra directa-sojaRR, se basa en el uso masivo de glifosato, endosulfán, clorpirifos, 2-4-D, atrazina, paraquat, y otros pesticiadas. Todos poseen una fuerte acción devastadora sobre la población de peces y anfibios, predadores naturales de los mosquitos, transmisores del dengue y la fiebre amarilla".
En los últimos dos años la invasión de mosquitos de las especies Aedes sp y Culex sp. invadieron amplios espacios de nuestro país especialmente de Pampa Húmeda, extendiéndose mucho màs allá del verano, que es la estación donde suelen aflorar masivamente. El fenómeno fue particularmente notable en 2008 cuando la invasión duró casi hasta el mes de mayo, pese a que la temperatura había descendido lo suficiente como para acabar con ellos. Para quienes seguimos de cerca el desarrollo de los hechos ambientales argentinos, el hecho no pasó desapercibido y tratamos de llamar la atención respecto de ¿qué ocurriría si la especie a propagarse no fuera la perteneciente al Aedes común o al Culex 'doméstico' sino el temible Aedes aegypti, vector de la Fiebre Amarilla y el Dengue?. Incluso en 2007 y 2008 hubo casos de fiebre amarilla en Bolivia, Paraguay, Brasil y Norte argentino, que se adjudicó a viajeros provenientes de los países hermanos. En la oportunidad señalamos la equivalencia del mapa correspondiente a la invasión mosquitera, con el que la multinacional Syngenta llamaba de 'la Repùblica Unida de la Soja', es decir, la región comprendida por las zonas de Bolivia, Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay sembradas con el mágico poroto transgénico forrajero producido por Monsanto, y rociado abudantemente con su agraciado herbicida 'matatodo' glifosato, conocido como Round up, acompañado por sus compañeros de ruta, tales como el 2-4-D, la Atrazina, el Endosulfán, el Paraquat, el Diquuat y el Clorpirifós, entre algunos otros. En ese momento -junto a otros ambientalistas del resto del continente- señalamos la rara coincidencia de ambos mapas, mucho mas notable en el caso de la expansión de la epidemia de Fiebre Amarilla de 2007-2008 y de la epidemia de mosquitos 'domésticos' de 2008. Así las cosas, preferimos suponer, que cualquier vinculación del raro fenómeno ambiental con la utilizaciòn masiva y descontrolada del glifosato y el área sojizada, no podía sino ser parte de una conspiración antimosnantiana o de mentes calenturientas que ven catástrofes ambientales por todos lados y no creen lo que dice la empresa multinacional o sus repetidoras de AAPRESID, la FFA, o Clarín Rural, respecto de la 'absoluta inocuidad' de los casi trescientos millones de litros de pesticidas arrojados por el complejo sojero sobre el ambiente agropapeano. Pero.. que las hay, las hay..
Así llegamos a la epidemia de dengue de 2009 y ¡oh, casualidad¡, la misma vuelve a coincidir con gran parte del área sojera sudamericana, y se basa en una expansión desorbitada de la población de mosquitos. Cualquier profesor de Ecología o de Biología -no empleado en una multinacional, o en un programa de investigación universitario financiado por ellas- preguntaría, ¿es qué habrá desaparecido algún predador natural del mosquito? o ¿es que el mosquito habrá aumentado su fuente de alimentaciòn de manera desorbitante? Pues la primera es la pregunta correcta y por ende le corresponde la respuesta correcta, si es que el docente desea hacerse la pregunta, claro está.


El glifosato, la Atrazina, el Endosulfàn, el 2-4-D, el Clorpirifos, el Diquat y el Paraquat, casualmente matan peces y anfibios -sapos, ranas, escuerzos, etc- es decir a los predadores naturales de los mosquitos, a los que consumen tanto en su estado larval como de adultos. Pero si esto es así cómo es que nadie lo advirtió...
Pero hay más, pues la cosa no es tan directa, sino multivariada y compleja como todos los fenómenos ambientales. Si bien la epidemia de dengue que sorpresivamente ha atacado a nuestro país, tiene su origen en la propagación de la epidemia que afecta a la hermana República de Bolivia, la misma tiene su causa principal en el calentamiento global que afecta a nuestro planeta, que al producir el aumento de las temperaturas mínimas y medias extiende las enfermedades llamadas tropicales, (paludismo, fiebre, amarilla, dengue, malaria y otras) hacia las regiones templadas, es decir la Argentina. Esa es la razón principal de porqué volvió el dengue a nuestro país, el cual había sido eliminado durante los años cincuenta gracias a la encomiable labor del Dr., Ramón Carrillo. Sin embargo, cabe ubicar algunas otras relaciones causales del múltiple complejo ambiental que afecta a la expansión de una enfermedad como el dengue.
A las políticas de destrucción del Estado y sus controles aplicadas durante los noventa, que cesaron las fumigaciones preventivas, y a la falta de nuevos productos químicos para combatir al insecto vector Aedes aegypty, que las multinacionales del negocio agrotóxico no desarrollan debido a que según ellas ‘no es negocio, pues los países tropicales, principales destinatarios de los productos son malos pagadores’, debemos en el caso argentino sumar la tremenda expansión del área sojizada en Pampa Húmeda y extensas regiones del NEA y del NOA, lindantes con Bolivia, Brasil y Paraguay.
Así, la sojización mantiene una doble línea de influencia sobre la expansión del dengue. Por un lado el complejo de agrotóxicos utilizados para el sistema de laSiembra directa-sojaRR, se basa en el uso masivo de glifosato, endosulfán, clorpirifos, 2-4-D, atrazina, paraquat, y otros pesticiadas. Todos poseen una fuerte acción devastadora sobre la población de peces y anfibios, predadores naturales de los mosquitos, transmisores del dengue y la fiebre amarilla.
Esto puede comprobarse por la casi desaparición de la población de anfibios en pradera pampeana y en sus cursos de agua principales, ríos, arroyos, lagunas y bosques en galería, así como el elevado número de peces que aparecen muertos en los mismos o por la aparición de los mismos con fuertes deformaciones físicas y con graves afectaciones en su capacidad reproductiva, como han informado reiterados estudios e investigaciones de diversas instituciones de Pampa Húmeda. Podríamos señalar sin exagerar que los anfibios –principales predadores de mosquitos y otros insectos- son cosa del pasado en el territorio sojizado, arrasado por el cocktail de agrotóxicos utilizados por los productores en el sistema de Siembra Directa.



Un segundo elemento del relación entre la sojización y la epidemia de dengue, se ubica en la enorme deforestación producida en las áreas boscosas y de monte de las regiones del NEA y del NOA, lo cual destruye el equilibrio ambiental de esas regiones, liquidando el refugio y hábitat natural de los predadores de otros predadores de los mosquitos, permitiendo el aumento descontrolado de su población, tal como se viene comprobando en los últimos años, sólo que en este último correspondió a la población de Aedes aegypty y no al Aedes común o al Culex, como en años anteriores. El crecimiento desusado de la población de mosquitos es la causa principal de la expansión de la epidemia del dengue según señalan la mayoría de los especialistas y su relación con los agrotòxicos de la soja es casi directa.
Esta relación no es una relación causa-efecto simple, sino parte de las cadenas concatenadas de fenómenos que caracterizan a los procesos ambientales, y que por lo mismo son en general difíciles de estudiar o de señalar, mediante una mirada simplista de la relación causa-efecto, sin embargo es imposible negar la relación entre la destrucción de los predadores de los mosquitos que provoca la sojización por vía de los venenos que se usan para su cultivo, como por obra de la depredación de los montes y bosques nativos que produce su cultivo descontrolado, y por ende su responsabilidad central en la existencia de la actual epidemia de dengue. Una mancha más a cargar en el disparate sojero.

Alberto J. Lapolla, Ingeniero Agrónomo genetista e Historiador. Director del Instituto de Formación de la CMP
Fuente original: http://www.biodiversidadla.org/content/view/full/48776 


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Dos barcos navegan de Japón a Estados Unidos en misión reservada: transporte de plutonio

¿Qué hacer con la basura radiactiva?

Climate News Network

Traducción del inglés por Carlos Riba García.

Dos barcos artillados zarparon esta semana desde el noroeste de Inglaterra para realizar una secreta y polémica misión: recoger una carga de plutonio en Japón y transportarla a Estados Unidos.
El plutonio, que alguna vez fue la sustancia más codiciada y valiosa del mundo, es uno de los cada vez más numerosos materiales que se están convirtiendo en un problema económico y de seguridad cada día mayor para los países que lo tienen en su poder.
Hasta ahora no existe un uso comercial viable para este metal radiactivo; además, se extiende el temor de que pueda caer en manos de grupos terrorista o de que algunos gobiernos se sientan tentados a utilizarlo para sumarse a la carrera por el arma nuclear.
Todos los planes para emplear el plutonio en emprendimientos pacíficos –reactores rápidos de reproducción o reactores comerciales– de momento han sido incapaces de absorber el volumen de este muy peligroso metal radiactivo producido por los países donde funcionan centrales nucleares de generación de electricidad.
Las pequeñas cantidades de plutonio que se han usado en reactores convencionales o de reproducción han producido muy poca electricidad y a un costo muy alto.
Alejar el peligro
Japón, que acumula un stock de 47 toneladas de plutonio, es una de los países que alguna vez tuvo la esperanza de convertirlo en una fuente de energía, pero los diferentes intentos iniciados no han tenido éxito. El gobierno japonés, que tiene una firme política de utilizar el plutonio solo con propósitos pacíficos, ha recibido fuertes presiones para que se deshaga de él. De ahí el plan actual de transportarlo por mar a Estados Unidos.
En total, son 15 los países del mundo que han acumulado plutonio. Entre ellos, Corea del Norte, que espera convertirlo en armas nucleares.
El Reino Unido tiene la reserva más importante con 140 toneladas guardadas en Sellafield, en el noroeste de Inglaterra, donde el plutonio se viene produciendo en la planta nuclear local desde los cincuenta. El gobierno todavía no tiene una política que defina qué hacer con él; mientras tanto el costo de mantenerlo custodiado con gente armada continúa creciendo.
Como la mayor parte de los países, el Reino Unido es incapaz de decidir si el plutonio es un activo o un pasivo. Este material no aparece en ningún balance y el elevado costo de tenerlo guardado en condiciones de seguridad –para evitar que se produzca una masa crítica que podría provocar una fusión– y protegerlo de ataques terroristas no es tenido en cuenta como un costo más de la energía nuclear.
Esto permite que la industria proclame que la generación de electricidad en centrales nucleares es una opción de energía atractiva y limpia en el combate contra el cambio climático.
Los dos barcos que zarparon del puerto de Barrow-in-Furness, Inglaterra, son el Pacific Heron y el Pacific Egret, transportes de combustible nuclear armados con sendos cañones navales. La empresa armadora es Pacific Nuclear Transport Ltd., que en última instancia es de propiedad del gobierno británico.
Ambos barcos cuentan con un contingente de seguridad fuertemente armado –proporcionados por el Grupo de Escolta Estratégica de la Policía Nuclear Civil– y llevan todos los pertrechos y munición necesarios; esto apunta a un largo viaje rodeado de todas las medidas de seguridad.
El transporte de plutonio desde Japón a Estados Unidos se realiza en el marco de la Iniciativa de Reducción de la Amenaza Global (GTRI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos o programa de Gestión y Minimización de Material (MMM, por sus siglas en inglés), mediante los cuales todos los materiales que puedan ser utilizados en la fabricación de armas nucleares, como el plutonio y el uranio enriquecido, son retirados de almacenes en todo el mundo y trasladados a Estados Unidos para ser guardados con seguridad.
La carga que será acondicionada a bordo de los dos barcos ingleses en un puerto de Japón consiste en 331 kilos de plutonio procedente del establecimiento de investigación japonés Tokai. La descripción que el departamento de Energía de Estados Unidos hace de este plutonio –la mayor parte del cual fue entregado a Japón por el Reino Unido hace algunas décadas para “propósitos experimentales” en la instalaciones de montaje crítico rápido de Tokai– dice que “plantea una amenaza potencial a la seguridad nacional, ya que es susceptible de ser utilizado en un artefacto nuclear improvisado; también presenta un alto riesgo de ser robado o desviado”. O, como escribe un experto estadounidense, “alcanza para fabricar hasta 40 bombas atómicas”.
En el marco del programa estadounidense mencionado más arriba, el plutonio producido en Japón será transportado al puerto de Charleston, EEUU, y trasladado después al depósito de Savannah River, Carolina del Sur.
Tom Clements, director del grupo de interés público Savannah River Site Watch, ha condenado esta importación de plutonio por ser un material que será abandonado a su suerte en el lugar, sin un plan claro para disponer de él fuera de Carolina del Sur. Dice que esta es una evidencia más de que se utiliza Savannah River como vertedero de todo tipo de basura nuclear producida en todo el mundo.
Material de primera para el terrorismo
En el condado inglés de Cumbria, donde está el puerto de Barrow-in-Furness, existe un grupo –Cumbrians Opposed to a Radioactive Environment– que lleva varias décadas haciendo el seguimiento del transporte de materiales radiactivos en todo el mundo. Su portavoz, Martin Forwood, dice: “La práctica de transportar plutonio a Estados Unidos por vía marítima, como una medida de seguridad, es en sí misma contraproducente ya que expone a este material, tan atractivo para los terroristas, a un largo viaje durante el cual se enfrentará a los riesgos cotidianos propios del mar y a ser el blanco de quienes tienen intenciones hostiles. “Nuestra visión es que esto es totalmente innecesario y constituye una significativa amenaza a la seguridad en el mundo de hoy, tan volátil e impredecible.”
Para los integrantes del grupo de cambrianos que se oponen a un entorno radiactivo, la mejor opción es dejar ese material donde está y mantenerlo custodiado.
Según documentos del departamento de Defensa, este embarque es el primero de un número de ellos previstos en el marco de lo que se denomina “brecha material plutonio”*, es decir, aquellos materiales utilizables en la fabricación de armas nucleares que no están contemplados en otros programas estadounidenses o rusos.
En total, los planes del departamento de Defensa prevén la importación de 900 kilos de plutonio “en situación de riesgo”, hoy día almacenados en siete países distintos por medio de 12 embarques que se realizarán durante los próximos siete años. Otros materiales comprendidos en estos planes son el uranio enriquecido, el plutonio en su forma más enriquecida (al 93 por ciento), que también había sido entregado a Japón por parte del Reino Unido.
El viaje entre Barrow-in-Furness y Japón dura unas seis semanas y el de Japón a Charleston otras siete; en sus documentos de embarque, el departamento de Defensa ha previsto el paso por el Canal de Panamá. Los países americanos vecinos al Canal hace tiempo que objetan el transporte de materiales nucleares en sus aguas territoriales.

Gap Material Plutonium, en inglés.




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