lunes, 31 de agosto de 2015

Yuracaré


Los Yuracaré
Cuenta Teobaldo Noé sobre sus ancestros: “La historia dice que nosotros estábamos en cuatro departamentos: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y una parte del Beni. En ese tiempo nuestros antepasados eran bastante ingenuos y humildes. Vivíamos como nómadas, de un lado a otro, porque el territorio era muy grande y muy rico a la vez”.
Los yuracaré andan siempre en busca de la Loma Santa, la tierra sin mal que, según su mitología, Dios les tiene predestinada para que se acaben las injusticias.
“Son una etnia bastante bien organizada, que mantiene sus formas tradicionales de cultivo, aunque en los últimos años se han visto obligados a limitar aún más su territorio, principalmente por la migración hacia el norte de Cochabamba, lo cual los ubica en territorio casi moxeño”, explicó el antropólogo Milton Eyzaguirre.
La mayor aspiración de la gente, y que se transmite de generación en generación, es vivir en paz y libertad. “Cuando empieza la colonización (...), el pueblo fue replegándose hasta lo que hoy es el trópico de Cochabamba, y cuando llegaron acá los curas jesuitas tenían una costumbre de agrupar a la gente, y llevaron a mis abuelos a lo que es Villa Tunari, donde les enseñaron y cambiaron en muchas cosas.
Pero como no era la costumbre de los yuras vivir así, todos juntos en un solo lugar, el trabajo y el ambiente les afectaron y poco a poco se fueron dispersando, unos al río Ichilo, otros nuevamente al Sécure, ya en el Beni”.
En su constante ir y venir y más allá de la influencia católica y social, los yuracarés siguen su infatigable peregrinar tras su particular paraíso. La imagen de la superioridad se entremezcla, como en la mayoría de los pueblos, con los preceptos católicos.
Teobaldo acaba su relato: “Como todo eso ha pasado, yo no entiendo por qué la gente yuracaré no es conocida en todo el país. Yo he oído a los que vienen a conocernos, a investigarnos, que hay mucho de historia escrita sobre nosotros, pero aun así parecería que seguimos escondidos, ¿yo no sé por qué será?”.
A inicios de los años 90, tras muchas promesas incumplidas y peticiones postergadas, los yuracarés efectuaron, junto con otros pueblos, la famosa "Marcha por el territorio y la dignidad”. Quizá una más de sus caminatas en busca de aquel utópico Edén.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 1.809. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 3.440.

Ecorregión: Amazonia.

Departamentos: Cochabamba y Beni.

Provincias: Chapare, Carrasco y Moxos.

Municipios: Villa Tunan, Chimoré y Puerto Villarroel.

Comunidades: Ibare, Nueva Cotoca, Galilea, La Misión, La Boca, Santa María, Puerto Cochabamba, Nueva Esperanza y otras.

Idioma: Yuracaré

Actividad Principal: Agricultura.

Productos: Maíz, arroz, cítricos, café, maní, frijol, zapallo, yuca y plátano.

Vías de acceso: Terrestre: Desde Sinahota hasta Puerto Cochabamba y de Puerto Cochabamba a la Comunidad la Misión, camino de tierra. Fluvial: la vía de acceso fluvial se realiza desde Puerto Cochabamba, navegando por el río Chapare. Las comunidades yuracaré de la zona baja se conectan con la ciudad de Trinidad a través del río Mamoré.
Los Yuracaré


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Yuquis


Los Yuquis
Hasta inicios del siglo pasado, fue común entre los yuquis un sistema de estratificación social de amos y esclavos, o por herencia u orfandad. Pero luego de la influencia de los evangelizadores se conformó la típica familia nuclear (de fuertes lazos entre parientes directos) de pareja monogámica.
Pese a los vertiginosos cambios sociales y culturales, aún mantiene intactos algunos rasgos originales. Es un pueblo animista que, no obstante, no desarrolló una cosmovisión mitológica, pues su evolución se vio interrumpida por el avasallamiento. A la creencia en los espíritus de la selva que encarnan en animales le acompaña la idea de que las personas poseen dos espíritus que cuando fallecen pueden causar enfermedad o muerte.
Según la coordinadora del programa Pueblos Indígenas y Empoderamiento, Miriam Campos, es un pueblo nómada que recorre desde la provincia Carrasco, en Cochabamba, hasta Montero, en Santa Cruz. “Fueron contactados recién en la década de los años 50 por misiones religiosas evangélicas estadounidenses”.
Según el censo de 2001, esta etnia cuenta con 127 mil hectáreas tituladas que, sin embargo, no usan porque son recolectores y “se dedican a la caza y a la pesca”. Otra de sus recientes actividades es la artesanía; aprovechan la corteza del árbol amabis para confeccionar bolsos, flechas y hamacas. “No tienen música, danzas u otra manifestación cultural debido a la influencia de la evangelización. Lo único que conservan es su idioma, que es el mwyia”.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 140 Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 153.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Cochabamba.

Provincia: Carrasco.

Municipio: Puerto Villarroel.

Comunidad: Bia Recuaté.

Idioma: Mwyia.

Actividades principales: Caza, pesca, recolección, artesanía.
Los Yuquis



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Yaminahua



Los Yaminahua
La organización social de los yaminahua tiene como pilar la familia extensa, es decir, con lazos medianos y lejanos de parentesco; actualmente debido a su sedentarización se funda en la familia nuclear, donde están sólo los parientes inmediatos, siendo el padre el jefe.
Según cuenta el antropólogo Milton Eyzaguirre, investigador del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), “en esta etnia, una mujer puede decidir la separación de su pareja e inmediatamente puede elegir a otro hombre del mismo grupo. Es la mujer la que dispone de las relaciones de matrimonio”.
Los Yaminahua mantienen en gran parte sus tradiciones culturales materiales e ideológicas, pero de una manera sosegada, por la influencia mercantilista del lado brasileño y los afanes de los misioneros evangelistas. Están asentados en el extremo norte de Pando y en 2004 se contaban 390 de ellos. “En cuanto a su acervo cultural, aún mantienen muchas creencias ancestrales importantes, pero ya no con la fuerza de una sociedad mayor, sino bajo la nebulosa de un pasado que se ha ido escapando de la memoria colectiva, dejando sólo algunos elementos básicos”, señala Wigberto Rivero.
Es un pueblo evidentemente pagano y politeísta. La víbora sicuri, serpiente de agua muy común en su hábitat, fue la divinidad principal de sus antepasados, por lo que hasta hoy en día los Yaminahua no matan ese animal, salvo si hay peligro de muerte para personas, caso en el que antes de sacrificar al ofidio, hacen todo lo posible por alejarlo sin lastimarlo.
Rivero comenta que la escasa población está marcadamente dividida entre los evangélicos y los no evangélicos, creyentes y no creyentes. Las rivalidades emergen porque los evangelizados acusan a los otros de borrachos y sacrilegos, y éstos tildan a aquéllos de aprovechadores.
La magia y el curanderismo están fuertemente reforzados en su imaginario popular, por el consumo de la ayahuasca, un alucinógeno poderoso que usan en sesiones de curaciones y reconcentración espiritual comunitaria para, según creen, escuchar consejos y predicciones de los espíritus totémicos de la selva y de los antepasados. Las actividades económicas principales son la recolección, la caza y la pesca; estas últimas, fundamentales en su alimentación.
Las actividades económicas secundarias de los Yaminahua comprenden la agricultura incipiente, con cultivos de arroz, yuca, maíz, plátano, la artesanía y la venta de fuerza de trabajo.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 51 Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 39.

Ecorregión: Amazonia.

Departamento: Pando

Provincia: Nicolás Suárez.

Municipio: Bolpebra

Comunidad: Puerto Yaminahua.

Idioma: Paño

Actividades principales: Recolección, caza y pesca.

Productos: Castaña, carne de monte y pescado.

Vías de acceso: Fluvial: desde Cobija, navegando por el río Acre en época de lluvia, ya que en temporada seca no es navegable. Terrestre: sólo se puede ingresar en territorio brasileño para usar la carretera Assis Brasil-Brasilea.
Los Yaminahua


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Weenhayek


Los Weenhayek
La explotación de los hidrocarburos afectó enormemente a los weenhayek, etnia asentada en tierras tarijeñas, no sólo porque su población sufrió una merma debido al impacto en el medio ambiente, sino porque la presencia de las transnacionales está carcomiendo las raíces de identidad de este pueblo que siempre se consideró superior a las demás culturas del Chaco.
El antropólogo Milton Eyzaguirre asevera que “ellos habitaban al margen izquierdo del río Pilco-mayo, donde fueron conocidos también como matacos. Pero se fueron despegando de aquel término, al que consideran despectivo, por el de weenhayek. Son grandes pescadores, de hecho comercializan su pesca en las principales poblaciones y ciudades del sur del país”.
La secuencia de desgaste de los valores originarios de esta etnia es similar a la mayoría de las amazónicas, comenzando con la presencia de religiosos. En la época de la Colonia no se dejaron evangelizar por los jesuitas, pero en la República no pudieron evitar la presencia de los protestantes que influyeron en su ideología religiosa y los indujeron a cambiar sus mitologías y creencias ancestrales por el cristianismo.
Ese primer impacto fue contundente, ya que no tuvo el mismo efecto que en otros pueblos indígenas evangelizados (por los franciscanos), donde lograron sincretizar ambas tradiciones religiosas.
La incursión de los misioneros fue sistemática y produjo transformaciones lamentables en la identidad étnica. Sin embargo, los religiosos aportaron en educación y en la protección jurídica del territorio cuando los weenhayek estaban desorganizados. De las 195.600 hectáreas que poseía legalmente la etnia (respaldadas con el Decreto Supremo 23500 de 1993), el Estado le recortó más del 50 por ciento en el proceso de saneamiento de la tierra y está evaluando la posibilidad de titular 89.500 hectáreas. La diferencia, 106 mil hectáreas, beneficiará a terceros.
La hecatombe siguió con mayor fuerza cuando las petroleras entraron en el territorio indígena avaladas por el Estado. Más de 100 mil hectáreas de los weenhayek fueron dadas en concesión a diversas empresas.
La actividad de las petroleras no sólo impacta en su territorio. La cultura weenhayek se encuentra seriamente afectada debido a los métodos que emplearon las compañías para convencer a los dirigentes indígenas e iniciar operaciones de exploración, en la mayoría de los casos, y explotación, en menor escala.
Las empresas petroleras llevan regalos a los líderes y algunos se han vuelto corruptos por poco dinero", dice el sociólogo Guido Cortez, un tarijeño que trabaja en el Centro de Estudios para el Desarrollo de Tarija (Cedet), la organización no gubernamental que asesora jurídicamente a los weenhayek en la demanda de titulación de ese territorio indígena.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 1.929. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004): 2.440.
Población total: 2 020 habitantes.

Ecorregión: Chaqueña.

Departamento: Tanja.

Provincia: Gran Chaco y Yacuiba.

Municipio: Villamontes y Yacuiba.

Comunidad: San Antonio, Capirendita, Quebracheral, Algarrobal, San Bernardo, Villa Esperanza, Resistencia, Viscacheral y otras.

Idioma: Weenhayek.

Actividad Principal: Pesca, recolección y artesanía.

Productos: Sábalo, surubí, dorado y bagre.

Vías de acceso: Terrestre: Desde Villamontes y Yacuiba, por caminos principales y secundarios se conectan las comunidades weenhayek. Férrea: Dentro del tramo Pocitos-Santa Cruz, pasando por Villamontes; punto de partida para entrar en las comunidades weenhayek.
Los Weenhayek


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Urus


Los Urus
Los pueblos chipaya, murato e hiruito, todos asentados en el territorio de Oruro, a orillas de los lagos Uru Uru y Poopó, están encasillados como un solo grupo étnico. Su trascendencia siempre fue muy escasa a raíz del dominio expansivo aymara que perduró durante todo el tiempo de la Colonia.
No obstante estas condiciones evidentemente desfavorables, las costumbres y pureza se mantienen casi intactas, más allá de la escasa densidad poblacional, factor que terminó por diluir a tantas culturas que optaron por asimilarse a las más grandes y cercanas, o en su defecto, migrar a las ciudades.
El estudioso Federico Aguiló encuentra una paradójica explicación para este fenómeno. “Los urus encuentran, modernamente, un resquicio de reivindicación favorable al mimetizarse cultural-mente con los aymarás, como único refugio, a la vez, para subsistir”.
Según la experiencia del antropólogo Ricardo Ulpiona, “los urus realizan ritos en todas sus actividades cotidianas, que son las más importantes, pues forman parte del ciclo de vida, trabajo, alimentación. Es así que actos como la caza, la agricultura, la pesca y la construcción de viviendas, en los que se va gran parte de su tiempo, además de la comercialización, están necesariamente antecedidos por rituales espirituales, ya sean privados o colectivos”.
Costumbres
Los putukus (viviendas en forma de conos típicas de los urus) siguen erguidos en los salitrales orureños y, como hongos, se los ve dispersos en el área rural de Chipaya. Pero el pueblo central ya se urbanizó y cambió su fisonomía; ahí brillan las calaminas, las casas las hicieron rectangulares y les pusieron ventanas con vidrios.
El corregidor de Chipaya, Nicolás Felipe, calcula que hay 1.500 personas en su territorio. No es muy hospitalario ante el requerimiento de reporteros, porque cree que pierde el tiempo dando información a los forasteros. “Vivimos de nuestro ganadito, sembramos quinua y a veces papa”, relató y luego se excusó de seguir conversando porque tenía mucho trabajo.
Más acogedor es Francisco Mamani, jilacata de Aransaya, uno de los cuatro ayllus chipaya. El líder no se hace problemas en tocar su pututu para demostrar que es el medio con el que convoca a los pobladores en caso de reuniones.
Pese a la solidez de los chipaya, cuya población no crece aceleradamente pero tampoco merma, no deja de ser un pueblo arrinconado en una inhóspita parte de la geografía nacional y en vías de ser asimilado por la cultura moderna.
El territorio chipaya es comunitario; muchos tienen una vivienda en el pueblo y conservan su putuku en el campo, adonde van a pastorear a sus animales y a sembrar cereales.
Los más ancianos se resisten a salir de los ranchos y no quieren saber de cambiar sus tejidos de lana por la ropa de algodón o de nailon; las mujeres siguen haciéndose decenas de simbas en el pelo y, como antes, caminan descalzas. Tampoco han cambiado las condiciones de vida en el campo; los putukus mantienen sus estrechas dimensiones y adentro duermen los chipayas sobre los cueros de ovejas tendidos en el suelo; ahí mismo procesan y consumen sus alimentos y no poseen ningún tipo de mueble. Ni hablar de servicios básicos en las viviendas rurales, porque no existen.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 1.795. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004): 2.480.

Ecorregión: Andina.

Departamento: Oruro.

Provincias: Ingavi, Atahuallpa, Cercado, Poopó, Avaroa, Sebastián Pagador, Ladislao Cabrera y Sur Carangas.

Municipios: Chipaya, El Choro, Poopó, Pazña, Challapata, Santuario de Quillacas, Santiago de Huari, Pampa Aullagas, Andamarca y Toledo.

Comunidades: Llapallani, Vila Ñeque, PuñakayTinta María.

Idioma: Chipaya

Actividad Principal: Agricultura, cría de animales domésticos y artesanía.

Productos: Pejerrey, q'arachi; quinua.

Vías de acceso: Terrestre: a las comunidades chipaya se accede por el camino carretero Oruro-Pisiga, que une a las poblaciones de Toledo, Huachacalla y Escara. A la comunidad Hiruito se llega por la carretera La Paz-Desaguadero, desviándose a pocos kilómetros del tramo Desaguadero que une esta vía principal con el camino a Jesús de Machaca.
Los Urus


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Toromona


Los Toromona
Los toromona son un grupo indígena que se asentó desde hace cientos de años en el departamento de Pando, entre los ríos Madre de Dios, Toromona y Arroyo Asunta. “En la década de los 80 ya eran pocas las familias sobrevivientes que recorrían la selva amenazados por petroleros, madereros y caucheros. Nunca se tuvo contacto formal y actualmente se teme que estén al borde de quedar exterminados”, asegura el antropólogo Wigberto Rivero.
Un grupo de campesinos colonos denominó Toromona a su comunidad y es probable que exista confusión entre éstos y el grupo étnico, ya que algunos piensan que los colonos son en realidad indígenas que dejaron atrás sus usos y costumbres. “Incluso se sabe de casos en los que muchos colonos sacan ventajas sobre esta confusión”, explica el antropólogo. También hay investigadores que confunden a los toromonas con algunos grupos de indígenas esse ejja que viven en la frontera con Perú, o con los araonas que se asientan en el río Manupare.
“Lo más probable es que los toromona hayan sido exterminados o que los últimos sobrevivientes hayan muerto en su intento de escapar de los invasores de su territorio”. En los años 80 del siglo XX, el agrónomo noruego Lars Hafskjold intentó encontrarlos y se metió en la selva, pero nunca más regresó. En los años 2000, 2001 y 2003, el argentino Pablo Cingolani, apoyado por el Gobierno boliviano, también organizó expediciones en la jungla del Parque Madidi, en busca del antropólogo Lars Hafskjold y de los toromonas, sin obtener resulta dos positivos.
Según los últimos registros logrados en las décadas de los 70 y 80, este pueblo había perdido muchas de sus características étnicas, debido a su contacto con la civilización occidental, y con otras naciones más numerosas y de fuerte arraigo e influencia, como la mosetén, cuyos pueblos se asientan en las inmediaciones.
Tradicionalmente se dedicaban a la agricultura; el cultivo del maíz, legumbres y calabazas, y complementaban su dieta con la recolección de frutos silvestres, la caza de aves y puercos de monte. Durante los meses de aguas altas en los ríos de Beni y Pando, es decir, septiembre, octubre y noviembre, pescaban casi a tiempo completo porque lograban comercializar todos los peces en los poblados cercanos. Los caciques e incluso algunas mujeres líderes aprendían algunas palabras en castellano y las usaron para valerse del trueque y lograr algunos productos e insumos con su producción piscícola.
También se dedicaron, a partir de los albores del siglo XX, y siempre gracias a sus contactos con otras culturas más desarrolladas, a la ganadería con la cría de pequeños rebaños de vacas, caballos, ovejas, cabras y aves de corral, que les servían exclusivamente en su alimentación y para curtir pieles y procesar el plumaje para la confección de la vestimenta.

Datos

Habitantes: INE (2001). No se toma en cuenta como pueblo indígena. Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004). Sí se considera, pero no posee datos sobre su cantidad.

Ecorregión: Chaqueña

Departamento: Pando (área sur).

Provincias: Iturralde y Manuripi.

Municipios: Ixiamas, San Buenaventura y San Pedro.

Idioma: Toromona.
Los toromona

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Tapieté


Los Tapieté
El antropólogo Álvaro Diez Astete, autor del libro Pueblos indígenas y tierras bajas, reconoce que “no existe una información precisa sobre la etnohistoria de los tapieté, porque con el paso de los años se ha subsumido en la historia del pueblo guaraní, por lo que muchas veces son considerados como una parcialidad más de esa macroetnia”.
Las referencias más antiguas sobre esta comunidad asentada en los territorios de Santa Cruz y Tarija se encuentran en documentos y censos de principios del siglo XX.
Según cuenta el antropólogo Milton Eyzaguirre, “la Guerra del Chaco perjudicó enormemente a la población tapieté, pues muchos se vieron obligados a emigrar hacia la Argentina y, cuando volvieron, encontraron que sus tierras estaban ocupadas por terratenientes”.
En cuanto a su organización familiar y social, este grupo tiene parámetros rígidos y bien establecidos: el jefe de familia es el marido y sus deberes están claramente delimitados: es responsable de la pesca, la agricultura y la caza. La mujer, mientras tanto, lleva todas las tareas del cuidado de la cocina y la vida doméstica y dirige la recolección de frutos en el monte.
“Por informantes ancianos que conservan la memoria colectiva de su etnia —comenta Diez Astete— se sabe que en el siglo XIX toda la región del sur del país, donde hoy se encuentran dispersos los pocos asentamientos sobrevivientes, estaba cubierta de tóldenos tapieté, lo que habla de su modo de vida y formación de clanes”.
Estas comunidades del interior del Chaco mantenían relaciones sociales y comerciales estrechas con los chañé del Izozog y los chiriguanos del Pilcomayo, habiéndose constituido la comunidad indígena de Macharetí como el centro político y social de todos estos grupos étnicos.
Otro centro sociopolítico importante de los tapieté era Cabayurepoti, en la actual provincia del Chaco, donde, según los franciscanos relatores, había reuniones multiétnicas de los indígenas del Pilcomayo sur (tobas, chorotis, mataco noctene y tapieté) para tomar decisiones sobre guerras interétnicas con otros pueblos, solucionar conflictos sobre el uso de los recursos naturales y realizar fiestas.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 29. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004): 172.

Ecorregión: Chaqueña.

Departamento: Tarija.

Provincia: Gran Chaco.

Municipio: Villamontes.

Comunidades: Samawate y Crevaux.

Idioma: Tupi guaraní.

Actividades principales: Agricultura, pesca y recolección.

Productos: Maíz, fréjol, algodón, sábalo, surubí, dorado y miel.

Vías de acceso: Terrestre: el acceso por vía terrestre a las comunidades tapieté se realiza desde la ciudad de Villamontes hasta las poblaciones de Crevaux y Samawate.
Los Tapieté
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Tacana


Los Tacana
La organización social básica de los tacana, que tienen varias comunidades en el norte de La Paz y en Beni, se fundamenta en la familia nuclear, formada por los enlaces directos. Tienen tendencia a contraer matrimonios endogámicos en un alto porcentaje, aunque ello no es estricto y cualquiera puede casarse con personas de otro pueblo. Un censo de 2004 establece que quedan 8.380 tacanas.
El antropólogo Milton Eyzaguirre comenta que “en el contexto tacana se ve que hubo incursiones incaicas. Por ello se explica la presencia del término yanakuna para referirse a los brujos y Pachamama para referirse a la tierra, ambos términos son eminentemente quechuas y dan una idea de una eventual alienación”.
Las creencias y prácticas religiosas tradicionales aún continúan ejerciendo una influencia muy importante en la vida cotidiana. De manera paralela a las ceremonias cristianas, que se impusieron a mediados del siglo pasado debido a la presencia de misiones evangelizadoras jesuitas, los chamanes celebran ritos tradicionales en fechas clave del calendario agrícola y de principios de año. Éstos no solamente son curanderos con conocimientos profundos de la herbolaria medicinal, sino también guardianes del bienestar de la comunidad y del universo, según su filosofía.
La perseverancia del chamanismo es muy fuerte y la fe que los indígenas depositan en ellos puede ser más intensa que en el santoral católico o los dogmas protestantes. “Esta nación se vale de las festividades y acontecimientos sociales para expresar su identidad como pueblo indígena de modo abierto, mientras que el resto del tiempo incluso niegan ser indígenas y aspiran a vivir como campesinos castellanohablantes”, comenta el investigador Wigberto Rivero, que convivió en diversas etapas y por diferentes periodos con estos indígenas.
La actividad económica se reparte entre la agricultura, la caza, la pesca, la recolección y la artesanía, dentro del modo amazónico tradicional. La agricultura es la actividad más importante y predominante. El proceso de cultivo se basa en que cada unidad productiva de una o dos familias emparentadas trabaja una hectárea de arroz y maíz, media de plátano y cuarta de yuca. Los cítricos y otras frutas se plantan alrededor de sus viviendas. La organización del trabajo se basa en la ayuda mutua que se prestan por turnos entre parientes y vecinos, sea para el chaqueo, siembra o cosecha.
Cazan todo lo que pueden, prefieren anima-les grandes que justifiquen el esfuerzo de desplazamiento de grandes distancias; la recolección de miel de abejas, huevos de tortuga, palmito y diversas frutas silvestres es complementaria a su base económica.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 1.153. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 8.380.

Ecorregión: Amazónica

Departamentos: La Paz y Beni.

Provincias: Iturralde, Ballivián y Vaca Diez.

Municipios: Ixiamas, San Buenaventura y Riberalta.

Comunidades: Ixiamas, Tumupasa, San Buenaventura, Tahua, Napashe, Capainayotras.

Idioma: Tacana.

Actividad Principal: Agricultura

Productos: Arroz, maíz, yuca, plátano, cítricos y papaya.

Vías de acceso: Aérea: existen pistas de aterrizaje en las comunidades grandes. Terrestre: la carretera que une San Buenaventura con Ixiamas y que a su vez se vincula con la ciudad de La Paz desde Rurrenabaque; existen también rutas secundarias de acceso a los aserraderos cercanos a Ixiamas, donde ingresan camiones que transportan madera aserrada para llevarla a La Paz, los que al salir sirven de transporte de pasajeros. Fluvial: por el río Beni, que comunica a todas las comunidades con Rurrenabaque y Riberalta.
Los Tacana


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Sirionó


Los Sirionó
“Los sirionó eran guerreros por sobre todo y se tiene conocimiento de que hasta el siglo XVIII era una etnia que poseía esclavos. Esto quiere decir que tenían una organización social mucho más compleja que otros pueblos vecinos. Al destinar los esclavos a las labores, los jefes o líderes sirionó se dedicaban a explotar su relación con lo sobrenatural”, señala el antropólogo Milton Eyzaguirre.
El castigo más duro que puede sufrir un nativo sirionó, por algún crimen o pecado, es la proscripción. Queda excluido para siempre del clan, lo que, según su idiosincrasia, lo condena a la marginalidad, ya que difícilmente se adapta a otras sociedades. Entre sus códigos no existe la pena de muerte ni el linchamiento, pero sí castigos físicos menores como el azote.
Aunque cada vez lo utilizan con menos frecuencia, un común tormento para los que quebrantan las leyes internas es el atarlos a un tronco y hacerles picar por miles de hormigas amazónicas. No obstante, muchas veces los sabios del pueblo utilizan esta práctica como tratamiento medicinal.
Los sirionó, asentados en su mayoría en territorio beniano, tienen una destreza que los distingue: su habilidad para la elaboración de armas para la caza y la guerra.
El antropólogo losé Tejeiro señala que para este pueblo la caza dejó de ser una actividad exclusiva del varón porque últimamente se incorpora a la mujer, quien acompaña al cazador e incluso participa en la búsqueda de alimento.
El sirionó se autodenomina mybia, que quiere decir cazador. Como otros grupos étnicos de Bolivia, éste no tiene rasgos que se hayan detenido en el tiempo, no son estáticos, no se congelaron, son dinámicos y evolutivos. Antes, el hecho de que una mujer participe en la caza era un verdadero tabú.
El antropólogo Wigberto Rivero Pinto cuenta que “son conocidos por ser los mejores constructores de flechas, por lo que algunos de los comunarios de poblados vecinos los denominan “indígenas de arco largo”. Hasta principios del siglo pasado, su habilidad era utilizada sobre todo para armas de guerra, pero luego, lejos de dejar de lado la artesanía, empezaron a perfeccionar arcos y lanzas para la caza”.
La Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia (Conniob) censó el año 2004 en 830 a los pobladores de este grupo étnico, cuya organización social está basada en un consejo conformado por los ancianos que son quienes, más allá de las autoridades originarias y regionales, deciden y eligen a un representante para que se encargue de ejecutar sus criterios.
Las deliberaciones más frecuentes y a las que los sirionó le dan más importancia, comenta Rivero, son la aplicación de la justicia comunitaria y la aprobación de asuntos de desarrollo, políticos y sociales que en los últimos años se incrementaron con su apertura a la sociedad.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 187. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 830.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Beni.

Provincia: Cercado, Iténez.

Comunidad: Iviató, Salvatierra.

Idioma: Tupi guaraní.

Actividad Principal: Caza, pesca y recolección de miel.

Productos: Animales de monte y miel.
Los Sirionó


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Reyesanos


Los Reyesanos
Debido a que la cantidad de reyesanos o maropas —como también son conocidos— es muy baja, y por consiguiente su presencia e influencia es mínima, es poca la información que se tiene del pasado y origen del grupo étnico asentado en Beni y parte de Pando.
El antropólogo David Murillo sostiene que “sencillamente no se han hecho estudios sobre ellos, pues fueron asimilados tanto social como culturalmente, y por ende incluso en lo que se refiere a los datos etnohistóricos a otras naciones cercanas geográficamente, como los tacanas, los araona, los cavineño y los esse ejja”.
Entre la poca información que se tiene, según el antropólogo Wigberto Rivero, se sabe que los reyesanos pertenecen a la familia étnico-lingüística tacana, por lo que comparten mucho los aspectos y rasgos culturales con los tacanas de la región de Tumupasa.
Su economía está basada en la agricultura y la ganadería, complementada con la artesanía en pieles y palmas. También cazan y pescan con fines de sobrevivencia.
Para vivir, los maropas o reyesanos, en el macrohábitat natural del llano, eligen de preferencia las zonas con bosques de galerías, surcadas por ríos y lagos de la cuenca amazónica, ya que para desarrollar sus actividades requieren pastizales naturales y protegidos.
Los datos que se tienen afirman que existía una gran movilidad en el grupo, una vez que se establecía, pero cuando llegaban a la madurez, 25 ó 30 años, los hombres y mujeres practicaban el sedentarismo y construían chozas fijas.
Coincidiendo con otros investigadores, Rivero menciona que los reyesanos casi no han figurado en las estadísticas indígenas oficiales, por lo que su existencia es casi desconocida, "aunque en los últimos años, los nativos han empezado a testimoniar su existencia —impulsados por algunas organizaciones de ayuda— mediante diferentes actividades, sobre todo de expresión cultural".

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 53 Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004), “No se toma en cuenta como pueblo indígena”.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Beni

Provincia: Ballivián

Municipios: Reyes y Santa Rosa.

Comunidad: Varías

Idioma: Tacana.

Actividades principales: Ganadería, agricultura y forestal.

Productos: Ganado vacuno, arroz, maíz, madera.

Vías de acceso: Terrestre y aérea.
Los Reyesanos



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Los Quechuas


Los Quechuas
Tanto los censos del Instituto Nacional de Estadística (2001) como de la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia (Conniob) en 2004 coinciden en que con algo más de 2, 2 millones de habitantes los quechuas son la nación originaria más numerosa del país.
Este grupo comparte con los aymarás la centenaria estructura del ayllu. Su religiosidad está íntimamente ligada con la agricultura, pues es mediante rituales agrarios —según su concepción— como consiguen favores de la Pachamama (Madre Tierra).
Los quechuas tienen su propia filosofía del tiempo y del espacio, que está representada en kaypacha (nuestro mundo), el mundo de los humanos, donde se desenvuelven los seres vivos, todo lo que nos rodea y lo que puede ser palpable, el suelo, los sembradíos, etc. Y en janaq pacha, el Sol, las estrellas. Lo intangible, lo sobrenatural, lo que premia, castiga, depara y determina, según el comportamiento y la generosidad de cada quien.
Hay pueblos quechuas en las tres regiones climáticas bolivianas. En el altiplano, las actividades principales son la agricultura y la ganadería de camélidos, ovinos y bovinos. La agricultura es esencialmente de tubérculos: papa, oca y papaliza, y cereales como la quinua, cañahua y cebada.
En los valles, los campesinos viven de la agropecuaria, avicultura y floricultura. Se dedican a la siembra de maíz, papa e infinidad de hortalizas; crían ganado ovino, porcino, caprino y bovino; también se dedican a la crianza de aves de corral y, últimamente, se ha implementado el cultivo de flores. En la región del chapare tropical, los colonos quechuas se dedican a la agricultura, especialmente cultivando la hoja de coca; a la fruticultura, la floricultura y la industria de la madera.
Los quechuas tratan de estar bien con los dos universos, el de arriba y el de abajo, para lo que utilizan las ofrendas que generalmente van dirigidas a la Pachamama, y lo que ella representa: fecundidad, buena cosecha y prosperidad.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 2.281.98. Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 2.293.980.

Ecorregión: Andina.

Departamentos: Chuquisaca, Cocha-bamba, Santa Cruz, Potosí, Oruro y La Paz.
Provincia: Varias.

Municipio: Varios.

Comunidad: Varias.

Idioma: Quechua.

Actividad Principal: Agricultura.

Productos: Maíz, papa, oca, papaliza, trigo, hortalizas, cebada y quinua.

Vías de acceso: Aérea: a algunas comunidades quechuas se puede acceder por vía aérea, como a las poblaciones de Apolo, Mirq'amaya y a otras. Terrestre: a varias comunidades se puede llegar por vía terrestre a través de carreteras, caminos secundarios y a la mayoría por vías intransitables o sendas.
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Los Pacahuara


Los Pacahuara
“Es un grupo en proceso de desaparición total, quedan seis personas, todos hermanos. En el año 1970 fueron trasladados en avioneta por los miembros del Instituto Lingüístico de Verano desde el Río Negro hasta su actual comunidad en Puerto Tujuré, donde se dedican a la agricultura”, cuenta el antropólogo Milton Eyzaguirre.
Existen pocos datos sobre el pueblo pacahuara debido a su inminente extinción. Según el conteo efectuado en 2004 por la Confederación Nacional de Naciones Indígenas Originarias de Bolivia, se estableció que sólo quedan 17 miembros originarios puros en una comunidad asentada casi en el límite entre los departamentos de Beni y Pando.
Su organización social se basaba en la familia extensa, con matrimonio de primos cruzados. El carácter totémico de su sistema confería una relativa independencia entre sí a las distintas parcialidades; no obstante, con el paso de los años, la base de la sociedad se hizo nuclear.
De las creencias originarias sólo quedan vagas ideas, pues ya no existe la sociedad que podía darles consistencia y continuidad. La evangelización de los pacahuara sobrevivientes no se ha consumado, pese a los esfuerzos de las sucesivas misiones asentadas en la región.
La economía de los pacahuara se basa en la recolección y la agricultura. Comercian la mayor parte de la castaña y el palmito que recolectan, el resto es destinado al consumo familiar. La castaña como materia prima para la fabricación de jabón casero y la obtención de aceite, y el palmito como fuente de proteínas son otras de sus industrias rudimentarias.
La agricultura es simple, rústica y se limita al arroz, maíz, caña de azúcar, yuca, bachi y plátano. La caza y la pesca son actividades tradicionales y aún hoy en día vitales para su subsistencia, junto con la recolección de frutos.
Bose Yacu es la última pacahuara que conserva rasgos de su cultura original. Vive con su familia en Alto Ivon (Beni). Mantiene la nariz perforada y atravesada por una tacuara pequeña que lleva dentro una pluma roja de tucán. Aún conserva el colorido collar de perlas de plástico que heredó de su progenitora y se sigue cortando el pelo tal como lo hacían sus antepasados (con cerquillo).
“Es una etnia en franca extinción, su futuro está en riesgo. No pueden reproducirse porque son muy pocos”, sostiene Wigberto Rivero, quien explica que para que un grupo garantice su reproducción normal requiere tener como mínimo 150 habitantes.
Yacu preserva algunos rasgos físicos, pero en general, los indígenas pacahuara han perdido sus hábitos culturales. Desde que salieron de Río Negro nunca más volvieron a ser itinerantes (antes se trasladaban a distintos lugares de acuerdo con la actividad que querían hacer, como cazar, pescar, recolectar miel o frutos y rendir culto a sus dioses).
Eran expertos cazadores con flecha; ahora usan rifles y atrapan animales cuando pueden (antes lo hacían en determinadas épocas del año, cuando las presas estaban gordas). Uno de los valores que sobrevivieron a los embates es la lengua pacahuara.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): seis. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas y Originarias de Bolivia) (2004): 17.

Ecorregión: Amazónica.

Departamentos: Beni y Pando

Provincias: Vaca Diez, Manuripi.

Municipio: Riberalta

Comunidades: Tujuré y Santa Ana

Idioma: Paño.

Actividad Principal: Recolección y agricultura.

Productos: Castaña y palmito.

Vías de acceso: Terrestre: desde la comunidad de Alto Ivon se accede por estrechas sendas a la comunidad de Tujuré.
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Los Nahua


Los Nahua
El antropólogo Wigberto Rivero Pinto asegura -yo reporté su existencia en la frontera entre Bolivia y Perú hace algo más de 10 años, pero nunca se tuvo más información de ellos. Este grupo étnico nunca ha sido contactado de manera oficial en Bolivia”.
Probablemente se trata de un grupo de indígenas itinerantes que se desplazan por la frontera entre los dos países. No se sabe cuántos son ni el área exacta donde se asientan. Es muy probable que los Nahua de Bolivia hayan sido exterminados o se hayan asentado definitivamente en el Parque Manu en Perú, donde está la mayor parte de la población de este grupo étnico, también llamado Yora.
Según los informes del Centro Cultural José Pío Aza, del Perú, los pocos sobrevivientes de este grupo quizá se encuentren en los ríos Mapuya e Inuya. Los antecedentes dan cuenta de que se caracterizan por su extrema belicosidad.
El estudioso cuenta que “vivían desnudos y pintados, en grupos de varias familias para asegurar una mínima potencia ante eventuales agresores. Sus casas eran hechas de cañas y hojas de palmera, provisionales y fáciles de construir y abandonar”.
Su vida, como la de todo grupo selvícola, se basa en la caza y la pesca, aunque ocasionalmente cultivaban yuca, plátano y maíz.
“Los nahuas son locuaces y gustan de usar mucha mímica en sus expresiones para dar mayor fuerza a sus ideas. En sus ausencias o cambios de zona de residencia, se comunican por signos, como hojas de palmera cuya distribución u orientación en el suelo, en las puertas de su casa o en las playas, encierran mensajes para sus congéneres”.
El experto comenta que siempre duermen alrededor del fuego y que comen todos alrededor de la olla común. “Sus cantos son monótonos y salmodiados, más bien tristes, y gustan de curiosas danzas”.
Originalmente, su sociedad era patriarcal. Los varones, durante el día, vivían en la “casa de los hombres”, pero por la noche, si estaban casa dos, se retiraban a cohabitar con su esposa, quien estaba totalmente sometida a sus decisiones y le servía para engendrar hijos y cuidar del hogar y la alimentación.
Los personajes más destacados y respeta-dos de su sociedad eran los bari, quienes dictaminaban si el enfermo iba o no a morir, y según eso se decidía si seguir o no cuidándolo.

Datos

Habitantes: INE (2001): no se toma en cuenta como pueblo indígena) Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 15

Grupo étnico: Nahua
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Los Moxeños


Los Moxeños
Entre los mojeños existe la creencia de que la leshmaniasis, especie de lepra que consume el cartílago de la nariz y boca, es producto de la ira de lichi, su deidad mayor, que envía este castigo por herirá un animal o matar una hembra preñada.
José Tejeiro, experto antropólogo, afirma que esta etnia no tiene interés en la actividad de la oferta, demanda y producción. “Ellos viven el día, por lo que sus usos y costumbres son también simples y sólo de actividades cotidianas”. La organización social de los moxeños se basa en la familia nuclear. Las comunidades están formadas por entre 10 y 30 familias, en la mayoría de los casos, con algunas excepciones, donde se agrupan más.
La reducción de estos indígenas en los siglos XVI y XVII implicó la emergencia de una cultura misional caracterizada por constituir una síntesis de elementos occidentales en el marco de una profunda religiosidad. En este proceso, los pobladores jugaron un papel dinámico, seleccionando, fusionando y refuncionalizando los elementos occidentales a sus propias condiciones culturales y a las condiciones de su entorno Wigberto Rivera, antropólogo beniano, observa que el sistema cultural moxeño, “por una parte, tiene muy presente la religiosidad cristiana y sus fechas se festejan según fueron aprendidas en el periodo misional y transmitidas de generación en generación, pero al mismo tiempo está presente la creencia en los dioses del monte o de las aguas. Todo ser de la naturaleza tiene su amo que le protege y causa daño a quienes infringen las normas”.
La situación etnocultural, por consiguiente, está profundamente impregnada de la religiosidad católica. Es así que en las festividades religiosas se da una permanente apelación a esa “cultura” ancestral que aparece en la música y las danzas como un conjunto de códigos.
La actividad económica de los moxeños es diversificada, siendo su labor básica la agricultura unifamiliar: cada unidad familiar trabaja en su propio chaco, que no excede a una hectárea o, en ocasiones, dos. La producción es en pequeña escala y mayoritariamente está destinada al autoconsumo; algunas veces se la entrega en trueque para obtener productos foráneos como fósforos, kerosén, azúcar, ropa usada, herramientas, etc.
“Los moxeños dominaban la construcción de andenes artificiales en mayor medida que los tiwanacotas. Lo hacían para aprovechar toda la materia orgánica que había en el suelo. Ellos sabían muy bien que sus terrenos se inundarían en determinada época del año, así que idearon la construcción de estas estructuras para la distribución de las aguas hacia sus lagunas también artificiales”, explica el antropólogo Milton Eyzaguirre.
Los productos nativos actuales son: arroz, maíz, yuca, plátano, caña, frijol, zapallo, camote, cítricos, café, cacao y tabaco. También producen objetos de madera para la venta, como ruedas de carretón o canoas. Últimamente se está incentivando la elaboración de diversas artesanías, como tejidos en fibras vegetales, hamacas en hilo mercerizado, tallados en madera, cerámica, instrumentos musicales y muebles de carpintería, todo hecho según las técnicas y conocimientos heredados de generación en generación.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 4.228. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 38.500.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Beni.

Provincia: Cercado, Moxos, Marbán y Ballivián.

Municipio: Trinidad, San Javier, San Pe-dro, Moxos; Loreto, San Andrés, San Borja, el TIPNIS y el TIM.

Comunidad: Loreto, San Lorenzo de Moxos, San Javier, San Francisco de Moxos, Rosario, Puerto San Lorenzo, Trinidadcito y otras.

Idioma: Arawak.

Actividad Principal: Agricultura.

Vías de acceso: Aérea: Trinidad y San Ignacio son a los únicos lugares adonde se puede acceder por vía aérea, ya que cuentan con pistas de aterrizaje equipadas. Terrestre: pocas comunidades tienen acceso por carreteras y sólo en la temporada seca (de mayo a octubre). Fluvial: el transporte de pasajeros y mercancías se realiza mayormente por río.
Los Moxeños


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Los Movima


Los Movima
“A falta de carne de animales de monte, los movima son expertos cazadores de animales para extraerles los cueros (caimanes, lagartos, londras, tigrecillos), a fin de obtener dinero y surtir necesidades apremiantes. La pesca se hace con atajados, barbasco, anzuelos y redes. Recolectan, además, una gran diversidad de frutos silvestres, pero destacan especialmente la recolección de totora”.
Ubicados en la región amazónica de Beni, los movima tienen como principal actividad económica a la agricultura. El antropólogo Wigberto Rivera cuenta que “generalmente los montes donde están obligados a cultivar son poco aptos porque sufren inundaciones”. Por eso, deben combinar su actividad con la caza, la pesca y la recolección de frutos.
Antes de la llegada de los españoles, también eran agricultores semisedentarios y sabían aprovechar las tierras de terrazas y claros de bosque tratados por culturas anteriores (en especial por los moxeños).
La organización social se basa en la familia monogámica y nuclear con características de parentela extensa, pues los asentamientos incluyen una o dos familias emparentadas sobre la base de la primera residencia del matrimonio en casa de la madre de la mujer (matriarcado), aunque la línea de descendencia es la paterna. Mantienen un fondo de creencias relacionadas con el culto a los antepasados, a los “dueños” del monte, a los animales, pero sobre todo a los dioses del agua. La vigencia de esta espiritualidad está en riesgo a causa del alto grado de cristianización.
“También se sabe —prosigue Rivero— que los movima tienen conocimientos y prácticas de magia y que enlazan sus saberes sobre el manejo de la selva en sus distintos ámbitos y recursos con el mundo sobrenatural”. Hasta el día de hoy no se tiene una verificación antropológica o etnográfica de esa realidad. El sincretismo religioso ha sumido en el pasado creencias totémicas y mitológicas. Los médicos tradicionales o curanderos conocen innumerables plantas medicinales, y son llamados desde lejos para atender enfermos. Se puede presumir que también se trata de chamanes que mantienen su condición de tales en el secreto étnico.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 1.173. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 7.100.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Beni.

Provincia: Yacuma.

Municipio: Santa Ana del Yacuma, Exaltación, San Joaquín, San Ignacio, San Borjay Reyes.

Comunidad: Son 270 comunidades, las más importantes son: Santa Ana del Yacuma, Carnavales, Miraflores, San Lorenzo, Carmen de Iruyañez, 20 de Enero, Buen Día, 18 de Noviembre, Bella Flor, Ipimo, Navidad, etc.

Actividad Principal: Agricultura.

Productos: Arroz, maíz, cítricos, yuca, plátano, zapallo, camote y fríjol.

Vías de acceso: Aérea: se puede acceder por avión o avioneta a la población de Santa Ana del Yacuma. Terrestre: no hay caminos carreteros en toda la región, sólo los de herradura o carretón entre algunas comunidades, utilizables en tiempo seco. Fluvial: el acceso a las comunidades principales, como Santa Ana del Yacuma, El Perú y Desengaño es posible por el río Yacuma y el Apere; a las otras comunidades, por los mismos afluentes y además por los ríos Rapulo, Mamoré o Matos y Maniquí. El transporte fluvial es posible todo el año.
Los Movina


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Los Mosetén


Los Mosetén
En el marco de la Ley 1715, los mosetén lograron hace un tiempo su tierra comunitaria de origen (TCO), titulada, en la zona de Inicua, Santa Ana y Muchanes, en los departamentos de La Paz y Beni.
“La organización social de este grupo étnico se basa actualmente en la familia monogámica rígida, pues prescribe drásticamente el concubinato. Hay un alto grado de solidaridad social entre ellos, que se manifiesta en el compadrazgo”, comenta el estudioso Wigberto Rivero. La tendencia endogámica del pueblo se ha consolidado ante la masiva presencia de colonizadores collas en la región.
“Los mosetenes se casan entre ellos principalmente por no permitir que los colonos aymarás, por ejemplo, se apropien de sus terrenos”, añade el antropólogo Milton Eyzaguirre.
La cristianización católica de los mosetén es firme y generalizada, desde la dura evangelización efectuada por las órdenes jesuíticas y franciscanas, “al grado que en las comunidades donde se asientan no se conoce el protestantismo, que mediante las iglesias adventista y evangelista ingresaron con tanta fuerza en la zona”.
No obstante, como sucede en casi todos los pueblos convertidos, éste posee aún un mundo mítico propio que se traduce en muchos cuentos y leyendas, algunos modernizados, que relatan adultos y ancianos, pero también niños, “y que siempre tratan sobre el mundo sobrenatural y los seres superiores y guardianes”.
En cuanto a sus asentamientos físicos, alcanzaron un aceptable grado de calidad de vida. Las poblaciones de Covendo y Santa Ana tienen electricidad propia, mientras las comunidades de Inicua y Muchane cuentan con energía eléctrica para su escuela y para los equipos de radio.
Desde sus más remotos antepasados tienen como principal y tradicional actividad económica a la agricultura, complementada con la caza, la pesca y la recolección. Hay, para este movimiento, un solo precepto riguroso: cada familia chaquea de tres a cinco hectáreas por año, con sembradíos de arroz, maíz, yuca, plátano, frijol, hualuza, sandía, cebolla, tomate y una variedad de frutos.
Para complementar su economía, en los últimos años la artesanía se ha convertido en una importante fuente de ingresos, especialmente para las mujeres que se dedican a esta actividad tejiendo objetos diversos con fibras vegetales.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 948. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia (2004): 3.280.

Ecorregión: Amazónica.

Departamentos: La Paz y Beni.

Provincias: Sud Yungas y Ballivián.

Municipios: San Borja y Palos Blancos.

Comunidades: Covendo y Santa Ana de Huachi o de Mosetén.

Idioma: Mosetén.

Actividad Principal: Agricultura.

Productos: Arroz, maíz, yuca, plátano, hualuza, frijol, sandía, tomate, cebolla y variedad de frutas.

Vías de acceso: Aérea: la comunidad de Covendo cuenta con una pista aérea que se encuentra inactiva. Terrestre: se puede acceder por vía terrestre, desde la ciudad de la Paz, a través de la ruta Caranavi – Sapecho hasta las comunidades de Covendo y Santa Ana, las que se comunican al camino troncal por caminos vecinales precarios.
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Los Moré


Los Moré
Antiguamente, la organización social de los moré, asentados en el noroeste de Beni, se basaba en la familia extensa y convivencia entre parientes con vínculos medianos y lejanos. Eran una tribu de cazadores y pescadores organizados en una sociedad eminentemente guerrera, condición que influyó en la preferencia por los nacimientos de varones. Practicaban la poligamia, portante, la jefatura en el clan menor era de un hombre que ejercía un control de natalidad selectivo.
En la actualidad, la organización se basa en la familia nuclear, y toda la población superviviente alcanza a 360 personas. Según la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia, tiende a congregarse más en torno a una sola sociedad.
Se conocen restos de arte rupestre sobre el río Iténez, cerca de Monte Azul, donde también se han encontrado reliquias cerámicas, lo que habla de un pasado prehispánico con un interesante grado de desarrollo.
Debido a que desde la Colonia el proceso de cristianización católica se vio entorpecido por la poca receptividad por parte de los indígenas, hoy en día la permanencia de cualquier iglesia en la zona es casi imposible.
La economía de los moré se basa en la agricultura, que se caracteriza por ser de tipo estacional y de subsistencia.
Durante la época de lluvias se siembra y cosecha arroz. En la temporada seca cultivan maíz, frijol, yuca. El plátano y el guineo pueden dar todo el año si es que las condiciones de conservación son óptimas.
La yuca está destinada al consumo diario, procesada como chicha, chivé y harina, cuya producción excedente se comercializa en la ciudad de Guayaramerín, ocurriendo lo mismo con los excedentes de frijol, plátano y guineo. Las actividades complementarias de los moré son la caza, la pesca, y la recolección de castaña y goma.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 44. Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 360.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Beni.

Provincia: Mamoré.

Municipio: Puerto Siles.

Comunidades: Monte Azul y Vuelta Grande.

Idioma: Chapacura.

Actividad Principal: Agricultura

Productos: Arroz, maíz, yuca, plátano y guineo.

Vías de acceso: Aérea: El acceso a la comunidad moré de Monte Azul se realiza por vía aérea, pues es allí donde existe una pequeña pista de aterrizaje para avionetas. Terrestre: El acceso se lo realiza por el camino que comunica San Joaquín con Monte Azul, que sólo es transitable en época seca. Fluvial: El río Mamoré permite el ingreso en la región moré, usando para esto embarcaciones con motor. El viaje dura de dos a tres días.
Los Moré



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Los Machineri


Los Machineri
A decir del antropólogo Milton Eyzaguirre, “los machineri conocen mejor la cultura brasileña debido a su ubicación en la triple frontera entre Bolivia, Perú y Brasil. Ellos se ven obligados a entrar en municipio brasileño, donde hacen sus compras ya que conocen mejor el dinero de aquel país”.
“Lamentablemente, en uno y otro lado de la frontera son vistos como incivilizados y hasta delincuentes, pues al verse obligados a emigrar constantemente para sobrevivir, pernoctan en la calle y llevan vida de vagabundos”.
Actualmente, la organización social de los machineri se basa en la familia agrupada en asentamientos dispersos, pero que mantienen lazos familiares sólidos e ineludibles. Pero su régimen general y sistema de relaciones y desarrollo gira en torno a la familia extensa, siendo el hombre de más edad el jefe, quien hasta hace algunas décadas vivía aislado del grupo para mantener distancia y respeto.
El antropólogo Wigberto Rivera cuenta que “el cacique era, además de la autoridad superior de todos los jefes de familia, el curandero y chamán, capacitado sobrenaturalmente para hacer el bien a su pueblo y el daño a los enemigos”.
Los machineri del lado boliviano —pues se extienden también hacia Brasil— no están cristianizados, pero la Misión Evangélica Suiza tiene planes para integrarlos a la congregación de Puerto Yaminahua.
La economía de este pueblo se basa en la caza, la pesca seminómada, la agricultura, la recolección de castaña y, como actividad complementaria, la venta de su fuerza de trabajo y el transporte en sus canoas de pasajeros y carga de Bolivia al Brasil y viceversa.
Por su contacto con la civilización occidental, han perdido muchas de sus habilidades artesanales, pero siguen elaborando hamacas, arcos, flechas y artículos de uso doméstico. Comercian carne de monte, castaña, artesanías y productos agrícolas.

Datos

Habitantes: Censo INE (2001): 13. Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 195.

Ecorregión: Amazónica.

Departamento: Pando

Provincia: Nicolás Suárez.

Municipio: Bolpebra

Comunidad: San Miguel

Idioma: Arawak

Actividad Principal: Agricultura, recolección, caza y pesca.
Los Machineri


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